nuestro
caminar se transforma en relato,
tejido con
otros colores muy diversos,
que tendrá diferentes miradas,
según desde la valorización que cada uno tenga...
Relatos que
son:
recuerdos de
vivencias que son agua,
que son
fuego y luz,
porque todo pasa,
pero el amor
permanece.
Entonces el amor en el presente,
el amor que
ya se vivió,
siempre será fuente de vida y esperanza
si bebemos de El,
démonos tiempo
para el recuerdo…
Recordemos no
como algo que ya fue,
si como experiencias
que fueron posibles,
de las
cuales fuimos participes,
siendo lo
que somos,
movidos por
la suave briza…
Lo que fue
en el amor, en la solidaridad,
es un
anticipo pequeño de lo que vendrá: la vida eterna,
lo que fue,
es agua, es fuego para alimentar
lo que hoy,
mañana puede germinar, florecer
que será inédito…
Algo que recordamos,
es que junto a este pequeño pajarito, muchas veces nos encontramos poniendo
pequeñas gotitas de agua en medio de pequeños y grandes incendios.
Más de una vez
alguien con tono pesimista pregunto: ¿Ustedes creen que con esas pequeñas,
humildes, gotas de agua ustedes, van a apagar el incendio?
La respuesta
fue unánime: No, los incendios existieron y existirán siempre en todo lugar, en
todo tiempo. Pero creemos que estamos haciendo la voluntad del creador. Y
cuando vivimos desde dentro, cuando respondemos a esa voz interior
personalmente y comunitariamente, experimentamos una alegría profunda, un gozo
incontable.
A lo cual el
pequeño colibrí sumo: en mi caso, cuando llegue acá venia de otras tierras,
donde habían también pequeños y destructores incendios. Y de ahí he traído luz
y calor, que junto al agua del lugar ha hecho el milagro de pequeños signos de
amor y solidaridad.
Porque esa es una gran verdad: el fuego nos puede destruir o podemos asumir de El, su luz su calor. Las dificultades, los problemas, son una gran oportunidad para madurar, para fortalecernos. Las lagrimas con esperanza, el dolor en comunidad, nos hace buscar el agua más profunda de nuestro ser y de las relaciones humanas. La cruz no es el final, es la puerta a lo eterno.
Juntos hemos vivido experiencias que no morirán y serán semilla para otras vivencias, con otros colores, otras formas otras aromas. Nada que tenga que ver con la vida y el amor se puede volver a repetir. El amor es creativo, la vida es movimiento.
Porque esa es una gran verdad: el fuego nos puede destruir o podemos asumir de El, su luz su calor. Las dificultades, los problemas, son una gran oportunidad para madurar, para fortalecernos. Las lagrimas con esperanza, el dolor en comunidad, nos hace buscar el agua más profunda de nuestro ser y de las relaciones humanas. La cruz no es el final, es la puerta a lo eterno.
Juntos hemos vivido experiencias que no morirán y serán semilla para otras vivencias, con otros colores, otras formas otras aromas. Nada que tenga que ver con la vida y el amor se puede volver a repetir. El amor es creativo, la vida es movimiento.
Que el
recuerdo sea alimento, despierte la acción de gracia al espíritu que lo
fecundo. Que el recuerdo sea vientre, para que cuando la suave briza así lo desee,
fecunde nuestros encuentros… aquí y más allá.
El pequeño colibrí es llevado por la voz hacia otros patios, otros jardines otros incendios… Se va ya no siendo el mismo, porque lleva un corazón a vitado, quemaduras dolorosas vividas juntos, fiestas, solidaridad, fiestas, sueños. El pequeño colibrí lleva vuestra agua, sonrisa, lágrimas, abrazos, silencios, distintos pareceres, lo vivido junto… Gracias, mil gracias.
El pequeño colibrí es llevado por la voz hacia otros patios, otros jardines otros incendios… Se va ya no siendo el mismo, porque lleva un corazón a vitado, quemaduras dolorosas vividas juntos, fiestas, solidaridad, fiestas, sueños. El pequeño colibrí lleva vuestra agua, sonrisa, lágrimas, abrazos, silencios, distintos pareceres, lo vivido junto… Gracias, mil gracias.
Nacho