lunes, 3 de enero de 2011

Regalo Guarani - Espacios de silencio


 
Una noche, junto al fuego (con poro en mano y alrededor de una gran rueda),
un abuelo indígena guarani (que confiaba en nosotros)
nos regaló este cuento diciéndonos:
 Les va a servir para sus vidas.
El cuento comienza así:


Un día de mucho calor llega aquí, a nuestro territorio un hombre extranjero. Un grindo.
En sus primeros pasos, su mirada se dirigió  a las personas del lugar.
Lo que pudo  apreciar es la gran pobreza existente.
Vio  mujeres mal vestidas, niños muy flacos, hombres lentos que casi no hablan.
Sumado a esto la  gran escasez de agua y dentro de las casas el no haber  muchas cosas.
Además el terreno del Chaco no estaba cultivado.

Para el hombre la situación  era  deprimente.
Lo primero que pensó  es  que:
la pobreza era  mayor porque no se trabajaba  la tierra, no se sembraba.

Entonces decidió preparar la tierra, el Chaco para sembrar.
La mayor parte de su tiempo en este lugar  lo dedicó  a este trabajo.

El visitante hablaba mucho y no entendía el silencio de aquí, de nuestro territorio.
De su siembra cosecharía abundante frutos rápidos, pensaba para sus adentros.
Planto muchas semillas de tomates (de ellos sacaría los frutos rápidos, como lo hacia en su pais de origen)).
Las regó por largo tiempo, pero muchas de ellas no nacieron.
Otras crecieron muy poco, pero se morían pequeñas.

Luego de tanto esfuerzo el gringo estaba entristecido, pues tantas horas de labor no habían cambiado nada.
Al ver que las tierras del Chaco estaban listas para otro tipo de cultivo, recupero fuerzas,  entusiasmo y decidió sembrar papas.
Aunque el terreno preparado era extenso, lo sembró en su totalidad.

El tiempo pasaba, el regaba a diario su plantío  y las plantitas se hacían grandes.
Fueron hermosas las plantas de papas que se veían en Chaco (que havia ocupado elvisitante).
Cuando llego la época de la cosecha de la papa, este hombre buscaba entre las hojas, entre las ramas.
Buscaba por encima de estas y no encontraba ni una sola papita.
En cada regado a diario miraba las hojas, observaba bien las ramas, pero no encontraba...

La desilusión era  muy grande, todos los días iba a buscar  lo mismo, en el mismo lugar y no encontraba nada.
Entonces sin ver  frutos, sin recoger  cosecha se volvió a su patria, sin querer escucharnos
Lo buscamos muchas veces fuera de su trabajo, queríamos hablar con el, pero siempre tenía otras cosas y no pudo recibirnos.

Pero no todo terminó aquí. Nosotros en comunidad quisimos decirle que debía mover las plantas, mover la tierra.
El no escucho.
Se fue triste por lo acontecido.

A nosotros el Chaco nos esperaba, era su  mejor cosecha de papas.
Nos alimentamos con ellas, las compartimos.

A ustedes les digo:
  algunos extranjeros les suele suceder como a este extranjero:
buscan los frutos de la vida donde no están.
Los quieren rápido (no saben esperar),
 no escuchan lo sencillo y  lo que es humilde,
se adueñan del saber, 
hablan mucho,
escarban poco y nada.

Nuestras palabras,
las que dan vida son las que emanan de adentro.
De donde no se ve sin escarbar.
Les digo que en la superficie nunca tendrán frutos…

Solo escuchando,
 haciendo silencios profundos,
 podremos juntar la cosecha,
escuchar la palabra de Tumpa Dios es nuestra mejor cosecha,
sino no podremos compartir nuestras papas interiores,
nuestras palabras de vida con los demás.
Si presentamos buena cosecha interior de palabras:
 sanaremos,
creceremos,
construiremos en el buen vivir para todos,
en armonia con todo...

Este es nuestro regalo para el nuevo año que comienza: Espacios de silencio
para una buena cosecha
para compartir bonito.
Los Colibries Michin y Nacho
( Homilia de comienzo de año- Rio branco Uruguay)

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