sábado, 25 de octubre de 2025

UN PESCADOR, PESCADO POR EL AMOR DEL DIOS DE JESÚS.

Cuando la pesca es muy buena, ya es tiempo de dejar de pescar agradecidamente…para llevar los peces a ser compartido a quien quiera alimentarse de ellos... 

Ese sentimiento era lo que había en mi interior: sentía que el Espíritu de Dios me ha permitido ser parte de pesca de muchas personas y encuentros comunitarios, donde personas nos encontramos con el Amor de Dios; por lo tanto, sentía la necesidad de “dejar de pescar”, retirarme a agradecer a quien nos hace pescador. Entonces nos retiramos solos a pasar un día completo con su noche de pesca. La disponibilidad de María quienes cuidan a mi madre y el lugar que me ofrece Augusto para ir a pescar, con el apoyo de Pablo mi obispo, confirman que era de Dios ir. 

En todo seguimiento de Jesús hay que ser creativos y revolverse con lo que hay. Cuando vamos en barra de pescadores llevan batería con lámpara de luz, en esta tuve que sacar el polvo al viejo farol a queroseno. Los amigos piensan muy bien la comida, en un retiro es bueno lo mínimo y necesario, con un poco de pan, mortadela, un refresco, tangerinas y mate fue suficiente. 

Cuando buscamos responder a Dios, siempre aparecen sorpresas. La primera fue la propuesta de cambiar de represa, ir a un lugar desconocido, por un camino que debía creer que llegaba, según las indicaciones de Augusto.

El lugar espectacular, con 30 grados de temperatura, con garzas rosadas, una suave briza… todo silencio que habla de las maravillas del creador. Y vienen los inconvenientes que los hay en todo camino. No traje rediña para las mojarras. Y ahí uno entiende como el problema de la pesca anterior, donde no caía mojarra con rediña, y nos salvó el mojarrero de un amigo, me hizo prevenir y llevar un viejo mojarrero, que fue el que posibilitó la carnada. Esto me hizo dedicar bastante tiempo al pescado chico, y disfrutar de cada uno que sacaba. Llegue como a las 11 y en toda la tarde ni un pique. Me prepare con todo para la llegada de la noche con luna creciente. Buena y abundante leña nos proporcionó un árbol caído que encontramos en el camino (nada se pierde todo se transforma en bien). Ni una piola se movió… y se ocultó la luna, y el cielo era un espectáculo.

 El pescador ha cultivado la paciencia, y a media noche había 4 lindas tarariras, para ser limpiadas y puestas en la conservadora con hielo. A la una, el cuerpo pedía cerra los ojos, y lo escuchamos e hicimos su voluntad, en medio de esa inmensidad del cielo con mil estrellas y de un lago enorme, fruto del trabajo de muchos hombres. 

A las cuatro, antes de salir el sol, el instinto de pescador me despertó, había que estar preparado para el amanecer. Atizar el fuego, encender nuevamente el farol, revisar y encarnar los aparejos, preparar un mate caliente para el frío, había unos 10 grados sobre cero. Pintaba una gran pesca, había enganchada la que sería la bocona, una tararira de 2. 800 kilogramos. Salió el sol y parece que los pescados se durmieron, ninguno vino a desayunar. Cuatro horas de fogón: quietud, silencio, con mate y la Palabra de Jesús que me acompañaba en la creación, en la historia y en la biblia. A las 8 de la mañana comenzó el pique, y pescamos 5, completando las 10. Ya la pesca estaba hecha, dando lugar a una siesta mañanera, y después comiendo tangerina, “escuchar” a quien me pesco en mi juventud, Jesús de Nazaret.  

Fue increíble en ese tiempo de silencio, que Jesús venia preparando y yo venia buscando, el recorrido de mi historia: Recordar que casi morir al nacer, y cuando los médicos me desahuciaron y mandaron a morir en casa, doña Catalina con venceduras me curo… y un mes después me presentaron en el registro civil. Recordar lo importante que fue que mis padres y mi entorno siempre me calificarán como “un niño tranquilo y bueno”, cuantos niños son marcados por otros calificativos negativos que van a flechar su personalidad. No fui bueno para los estudios, pero muy bueno para el trabajo, con grandes logros materiales en pocos años. Si bien para el deporte no tenía el mejor físico, con la constancia de entrenar tuvimos buenos logros y era a los 18 años una promesa deportiva. Hasta ahí, creía que era un joven bueno como persona, como trabajador y deportista. Algo que hace bien para la autoestima, pero puede llevar a creer que lo logrado es mérito personal. Hasta que se me presentó la amistad con Jesús, en el grupo de joven. Y ahí cambió la mirada de mí mismo, la mirada de los demás, al verme mirado por Dios. Primero me di cuenta que he recibido la vida como regalo, y que he sido bendecido por muchas cosas buenas (también se separaron mis padres, no tuve hermanos de sangre, pasamos por momentos de problemas económicos, perdí carreras, me caí varias veces, falle en el amor… pero me enseñaron a buscar la enseñanza que nos dejan las pérdidas). He aquí lo que me cambio la fe en Jesús: me descentro de mi YO, me hizo ver que lo bueno dado es porque lo he recibido y cultivado. Me hizo más humilde, y comprensivo con el que no da algo bueno, quizás es porque no lo recibió o no lo asumió. Ha eso me trajo Jesús a solas a su encuentro… a renovar nuestra relación de Amor. El no nos hace más bueno, ni perfectos, él es el único realmente bueno. Una profunda relación de Amor con él, nos hace ver nuestros tornillos flojos a ser apretados, nuestras carencias que muchas veces nos llevar al error, nos hacen ver como hijo pequeño necesitado de comprensión de perdón, de paciencia, y su amor nos da todo eso y mucho más. 

Quien vive ese amor, no se siente superior a nadie, y ve incluso al juzgado socialmente como una persona “mala” lo ve como un hermano que ha recibido mucho menos y necesita se le dé más. Una persona conectada con el amor de Dios, tiene sus mismos preferidos, como cualquier madre, padre, los preferidos son los mas frágiles, los que mas se alejan del bien. Es una bendición tener buenos familiares, buenos amigos, buenos compañeros de comunidad, tener buenos compañeros de pesca… pero la máxima bendición es una amistad con la fuente de la vida y del bien, él nos hace humildes y nos evita ser envuelto por el mal que nos hace creernos mejores que otros y por lo tanto merecedores de reconocimientos afectivos y materiales. Nos hace ver que la vida mejor gastada, y lo material más justo utilizado es en bien de los que están catalogados por debajo nuestro… El ego se ama a si mismo y hacia arriba donde quiere llegar. El amor de Dios Ama hacia abajo, a lo menos amados, para amar a todos.

El amor no se recibe por merecimiento, el Amor se recibe porque hay alguien que nos ama… y ese amor se vive en su plenitud cuando nos hemos caído, o cuando vemos nuestra historia sin pesca buena, y experimentamos que el sol sigue saliendo para nosotros, las estrellas siguen tintineando en nuestra noche, y se viene un nuevo amanecer, aunque no sea con la pesca que esperamos… En esta pesca al amanecer no salió ni un pez del agua, pero Jesús, pescó este relato dentro de mí, para mi alegría, para hacerme crecer en humildad, para compartir con ustedes. Y resuena en mi el pedido de Ramón cuando regresamos de otro retiro: ¿cuando tendremos la posibilidad nosotros de que nos acompañes ha hacer un retiro de encuentro personal y comunitario con el Amor de Jesús? Parece que será en noviembre… Es hermoso pescar, pero la pesca tiene un sentido mayor cuando hay con quien compartir los peces... Gracias por recibir lo pescado... Nacho

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