Queridas amigas y amigos, del día del amigo les comparto un regalo que me hicieron. Me invitaron a ir al centro San Juan aquí en Rió Branco. Una casita que se cambio por una antigua capilla, decidiendo la comunidad que podría servir para que tuvieran un espacio de encuentro los niños y niñas que cuidan los coches, en su mayoría brasileros que vienen a los grandiosos templos comerciales, los free shop.
Nacho me advertía que iríamos a la realidad más "dura", por lo tanto a la realidad más evangélica de toda la comunidad.
Toda la noche creí haber imaginado nuestro encuentro.
Mil ideas, mil imágenes, mil cosas… que no existieron.
Dentro de mis ganas de estar ahí, existía una gota de inseguridad.
Quizás, mi pequeñez en tantas formas iba a aflorar en ese lugar.
Ese día el día del amigo, nada les impido llegar: ni el viento, ni la lluvia (que por momentos se hacia fuerte), ni el frió (que congelaba los huesos).No traían abrigos, ni nada que los protegiera por fuera.
Sus fieles compañeros: Los tres perros y la jarrita para la leche se hicieron presente, al igual que sus resfríos y las delgadas gorritas de Uruguay.
No se hizo presente la tarde que esperábamos, ni la profesora, ni la danza, ni la leche…
Aunque eran unos cuantos se sentaron juntos a nosotros y comenzaron a hablar entre ellos, o con nosotros. Siendo muy niños, sus palabras rebotaban en nuestros entendimientos. Parecería ser que son expertos en esta mala y cruda realidad (violencia, droga, prostituciòn, sida, trabajo infantil, alcoholismo…) Conocen cada detalle de todo esto que es trágico para nosotros los pequeños, pero que es comandado por algunos ADINERADOS Y PODEROSOS de muchos lugares que viven o llegan hasta aquí.
Niños adultos en todo .Debo decir que no los conocía. Otra vez sentirnos con las manos vacías entre estas criaturas hermanas que si subsisten y crecen
¿Qué será de ellos?
¿Cómo entrar en su mundo para mostrarles más?
En su inocencia dibujaron lo que son, los conocimos, estuvimos ahí y aunque no compartimos la leche, dimos una vueltita juntos, nos regalaron: el brillo de sus ojitos, alguno que otro besito, sus ganas de jugar y sus risas. Quedaron alegres por el paseo. Despidiéndonos hasta la semana próxima.
Hoy ¿Dónde estarán?...
Mirar con el corazón, saliendo a su encuentro y presentarles lo poquito que somos. Quizás con los misioneros italianos que llegan la próxima semana, podamos escuchar un poquito con las manos,…aunque solo sea visitarlos y llevarles el amor de nuestro creador con algún paso liberador. Michi
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