sábado, 5 de marzo de 2011
Espiritualidad ¿Edificamos nuestra vida sobre la Verdad y la Justicia segun lo recibido en bien de los demas?
Cuenta un cuento que en una ciudad parecida a la nuestra, habían
dos hombres con el mismo nombre.
Uno era un buen hombre, como se dice comúnmente: que le habia ido bien en la vida sabiendo aprovechar las oportunidades que la vida le presento. En su ciudad era llamado «Señor...»
El segundo trabajaba como hungador, es decir vivía el y su familia de la recolección y venta de la basura de los demás. Lo apodaban «el Negro»
Cuenta el cuento que por los misterios de la vida el mismo día mueren los dos y se encuentran con San Pedro.
El « Señor...» evita la larga cola de espera y con la cabeza en alto y el pecho al frente inmediatamente se presenta en la puerta del Cielo.
San Pedro le hace una pregunta luego de hacerle cierta aclaración:
- Disculpe Señor me han informado que este mismo día han llegado a este lugar dos personas de la misma ciudad y con el mismo nombre ¿ Usted cual de los dos es, «el Negro o el Señor...»?
- Soy el Señor..., que ha colaborado mucho con su Iglesia en la
tierra. Yo he sabido multiplicar los bienes que me dejo mi padre.
Yo por todo esto le he agradecido con oraciones y ofrendas en vuestro templo.Mi fe y la de mi familia han sido como nuestra economía « bien sólida y creciente cada año».No soy como «ese negro»borracho, lleno de hijos, analfabeto, mal educado y flojo para el trabajo. Además es tan miserable que ni siquiera en la iglesia tiene
un lugar.
Cuenta el cuento que después de hacer la larga cola llega a la
puerta del Cielo el otro, el del mismo nombre pero a quien apodaron desde niño « el Negro» Este hombre venia con la mirada hacia el suelo y sus manos cruzadas hacia atrás.
San Pedro lo recibe con la misma aclaración y con la misma pregunta que al hombre anterior:
- Disculpe Amigo me han informado que este mismo día han llegado a este lugar dos personas de la misma ciudad y con el mismo nombre ¿ Usted cual de los dos es, el Negro o el Señor...?
- Soy el Señor..., muy amigo del cura y el pastor. Un hombre de
trabajo que al ministre los dones y los bienes recibidos en bien de mi familia.
Le digo la verdad, no soy como ese «negro» igualito a su padre y
abuelo, alcohólico y violento. Que lo único que ha hecho en la vida es tener hijos para ver si alguno le sale bueno. Pero con su ejemplo los gurises van por mal camino...
- Adelante le dijo San Pedro... ( Mateo 7,21-27)
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