Por estos días, los uruguayos, estamos consternados y preocupados por lo acontecido con dos auxiliares de enfermería procesados por el homicidio de pacientes a los que hubieran tenido que cuidar en vez de matar. Pues la enfermería, siguiendo la definición de la enfermera francesa Marie Françoise Collière (1930- 2005), es “el arte de cuidar”.
Yo me desempeño como licenciado en enfermería en un Hospital Público y como profesor de filosofía en un Liceo Público. Muchas veces, a lo largo de mis años de estudiante me preguntaban por qué estudiaba estas dos profesiones que “nada tienen que ver entre si”. A lo primero respondía dando mi parecer, pero luego comencé a hacer silencio, porque comprendía lo que mi interlocutor me preguntaba y la respuesta era una invitación a entrar en el misterio del hombre… y el misterio es una invitación silenciosa que se escucha en el alma… al decir de Platón (427- 347 aC): “la filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser”.
Con los años, me tocó unir ambas profesiones al dar clases de Bioética en la Facultad de Enfermería, donde comenzaba las clases con ésta adaptada caricatura de San Francisco de Asís, quien nos cuestiona mientras cuida y cura… y pensando en sus años de “enfermero” con los más desfavorecidos de su época, me viene a la memoria: “el Señor me condujo entre ellos y yo los traté con misericordia”.
La bioética, según la clásica definición de W. Reich (1978), es “el estudio sistemático de la conducta humana, en el área de la ciencia de la vida y la atención de la salud, en tanto que dicha conducta es examinada a la luz de los principios y valores morales”. La misma pretende cultivar y desarrollar en los que trabajamos en el área de la Salud, los valores morales que se derivan de los cuatro principios que la sustentan: No Maleficencia, Justicia, Autonomía y Beneficencia.
Aunque nos parezca una cuestión de estos tiempos, ya en la Grecia antigua el médico Hipócrates (460- 370 aC), nos planteaba: “dicen algunos médicos y sofistas que no podría saber medicina quien no sabe lo que es el hombre y que es preciso que el que va a curar acertadamente a los hombres aprenda eso”.
Por su parte, muchos siglos después, la enfermera inglesa Florence Nightingale (1820- 1910), analizó las prácticas de enfermería y los requerimientos de la sociedad, elaborando un currículum de enseñanza sobre la base de éste análisis, sistematizando la enseñanza de la disciplina en tres ejes fundamentales: un conjunto de habilidades y procedimientos técnicos, reglas y preceptos relacionados con la higiene y seguridad y un código de ética. Éste último contribuyó a elevar el nivel de la profesión, estableciendo requisitos de ingreso más exigentes y especificando las conductas esperadas de los egresados.
La ética forma parte de la filosofía práctica. La misma no inventa normas ni valoraciones, sino que ayuda a que cada uno descubra y comprenda más claramente lo fundamental de las virtudes, comportándose, al respecto, como la misma Filosofía, es decir no enseña juicios acabados sino cómo juzgar a partir de la razón.
A través de la razón se desarrolla la responsabilidad profesional; es decir que es posible asumir responsabilidad y desarrollar el sentido responsable desde el conocimiento y análisis de los propios actos profesionales desde su vertiente ética. Sólo se puede hablar de comportamiento ético cuando el hombre es responsable de sus actos; ello implica que ha podido hacer lo que quería, elegir entre dos o más alternativas y actuar de acuerdo a su decisión.
Cuando volvemos a estos lamentables sucesos del comienzo, donde vemos el naufragio de la razón, la Filosofía nos invita a ocuparnos aún más en la fe del rescate de la propia razón, para continuar haciendo de la Enfermería el arte de cuidar con misericordia.
Fabrizio Martínez
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