Cuentan los ancianos que la humanidad vivió tres días y dos noches.
El día primero fue de una alegre fiesta. Todos sentados en rueda comían,
cantaban y bailaban debajo del gran árbol de la vida. Todo era abundante tanto
para los hombres grandes y los hombres pequeños.
En la primera noche mientras todos dormían, un brujo tomó los alimentos y
los instrumentos musicales y los escondió en lo alto del gran árbol de la
vida.
Al despertar el segundo día, todos los hombres sintieron hambre y no
encontraron alimento. Entró la desconfianza de unos a otros. Los hombres más
grandes por la gracia de su altura pudieron ver los alimentos escondidos en las
ramas más altas del árbol. Pidieron ayuda a los más pequeños para lograr
alcanzar lo que necesitaban. De manera organizada lograron el objetivo. Pero
los hombres que alcanzaron las alturas se sintieron dueños de todo tomando la
mayor parte para sí y compartiendo las migajas para los hombres de abajo.
Y pasó el segundo día con mucha desigualdad e injusticia. La segunda noche
fue más oscura y más prolongada que la primera. Los hombres grandes habían
crecido en tamaño e inteligencia y ya lograban alcanzar los alimentos sin
necesidad de los hombres pequeños. Dicen que así nació la guerra. Los pequeños
luchaban para obtener lo que les correspondía y los grandes luchaban para
defender lo acumulado. Un grupo de hombres pequeños, algunos hombres grandes,
hicieron memoria de aquel día primero, y comenzaron a compartir el trabajo y la
fiesta nuevamente.
Misteriosamente fueron haciendo que amaneciera el tercer día.
Cuando los rayos solares alumbraban por igual a todos los hombres se escuchó
una voz que invitó al banquete del tercer día.
Algunos hombres grandes e inteligentes, muy atareados en el esfuerzo de
lograr bienes materiales y defenderlos se negaron a la participación de la
fiesta para todos. El grupo que trabajaba junto desde el amanecer, se ofreció
para servir el banquete final. Y muchos hombres pequeños tuvieron que ser
buscados e integrados, ya que no sabían de la fiesta o no se sentían dignos de
participar en ella.
Cuentan los ancianos que el tercer día ya no tuvo noche siguiente.
Rebosando las mesas con la mejor música, el banquete se hizo eterno...
*De forma circular
cada uno va diciendo su opinión mirando la realidad
actual
¿En qué etapa de la narración
piensa que hoy estamos como humanidad?
*Después que expresaron todo su parecer
hacemos una vuelta a la inversa
pasando la palabra
donde cada uno dice
¿Con cuál grupo de personas se identifica
y por qué?
*Todos juntos podemos reflexionar
sobre alguna cosa concreta que se está
haciendo o se puede hacer
y que hay que apoyarla para que el tercer día siga
naciendo.
*Oraciones espontáneas
de agradecimiento, de pedido hacía el dueño de la
vida.
Respondemos todos juntos
"Escúchanos señor de la vida eterna" o
"Te damos
gracias Señor de la vida eterna".
terminando en rueda con un padre nuestro y el
saludo de la
Paz.
Nacho
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