Hace un buen tiempo el Padre Bueno, decidió enviar a su
hijo a compartir la vida con sus amigos los hombres. Toda su estadía entre
nosotros no llamó demasiado la atención.
Desde el comienzo eligió compartir lo cotidiano en una
familia común, trabajando en changas de carpintero y albañil, vistiendo como un
paisano más. Después formo su barra de amigos, con varones y mujeres de las
diferentes clases sociales. Con libertad, hablaba de su Padre Bueno y Justo. Del
deseo que este tenía de liberar a todo el mundo.
Esto despertó envidia en los opresores que tenían el poder religioso y político
de la época.
El hijo del Padre Bueno se movía libre del que dirán,
comiendo en las diferentes mesas de pecadores que lo invitaban. Acercándose y
tocándose con las personas tenidas por impuras.
A su despedida después de entrar a la capital montado en
una burra, en la fiesta más multitudinaria de la época, pidió le prepararán una cena en una casa. En ella tomo el pan amasado
quizás por su propia madre, sin levadura, recordado el hecho político y
religioso de liberación del pueblo de Israel del imperialismo Egipcio.
Con la otra mano elevó una
copa de barro hecha por un alfarero amigo, con el mejor vino de la región. Y
pronuncio una palabras regalando su eterna presencia en medio de sus amigos los
hombres con el deseo de una justa unidad desde la diversidad. Ala noche los
poderosos, apoyados por el poder miliar lo apresaron, torturaron y
asesinaron.
Días después el crucificado, se les apareció a unas
mujeres resucitado. Regresó a la casa de su
Padre, y enviaron el Espíritu que quito el miedo de aquellos primeros discípulos
y discípulas, impulsándolos a dar la vida con libertad en bien de la liberación
de toda opresión.
El grupo inicial atraía a otros por su fraternidad. Por su
capacidad de incluir a los excluidos compartiendo la mesa, los bienes y la
oración. Decidieron recoger algunas enseñanzas y hechos que se trasmitían
oralmente, y compartirlo por medio de los que llamaron el Nuevo Testamento.
Siempre en toda época los seguidores del hijo del Padre
Bueno tuvieron en conflicto con los poderes opresores. Sabido es que los hijos
de las tinieblas tienen su astucia para hacer dinero y para dominar a los
pueblos. Entonces al ver que no podían terminar con aquel grupo que se llamaban
amigos de Jesús, propusieron el plan B.
Que consistió que con aparente buena intención el
emperador ofreció a algunos coordinadores de aquel movimiento sus ropas,
banquetes y palacios, para hacer memoria de aquellas palabras de ese tal Jesús,
que creaban la comunión entre la gente diversa. Algunos coordinadores cayeron en
la trampa del poder por tontos y otros por interés. El pasaje de la mesa de la
casa al altar de los castillos dejó fuera a los
preferidos de Jesús.
Pasó el tiempo y la
piedra desechada por el poder, se trasformó en la piedra fundamental para
construir comunidades inclusivas en las distintas culturas y pueblos. En los
cinco continentes en algunos casos la humanidad, se encontró con aquel mensaje
inclusivo, misericordioso, de vida, en algunos continuadores de aquel grupo
inicial. Pero misteriosamente aquel mensaje de amor, en palabras y hechos dio
sus frutos en algunas posturas políticas, en movimientos sociales, e incluso
otras espiritualidades que buscaron la justa igualdad entre los hombres, con
preferencia por los más débiles y excluidos.
El Padre Bueno ha decidido estar ausente en los ritos de
los altares de los castillos presididos por fariseos y jueces, por más que se
mencione su nombre. Y ha derramado su espíritu en las diferentes comunidades de
creyente y no creyentes que procuran un mundo de relaciones circulares y con las
mismas posibilidades para todos. (Mateo 21, 33- 46)
Nacho
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