Lo nombré. Me sentí conmovida. Me conmovió la alegría en el
dolor. Alegría de tantas personas que han sido curadas, de otras que están en
proceso y de las que se curarán o
ayudarán a curarse.
Me conmovió que exista este tipo de familia…
Conmovida además por los testimonios de:
*Shanaina (De hablar de la misericordia de Dios, de que sufrió por ser abusada y consumidora…Del milagro de
estar viva y bien y ayudando aquí.)
*Yamandú: (De su recuperación creyendo en los valores y en
el Amor…porque no le entran lo el lado de Jesús, decía).
*El muchacho que está en servicio en las Canteras de Córdoba,
cuando agradeció al P. David y cuando dijo que su abuela (que estaba ahí)
siempre lo acompañó.
*Miguel: Su simplicidad, su suavidad y su gesto de
agradecimiento a Beto por haberlo acompañado en una crisis que vivió y de la
que salió adelante.
Me conmovió Beto porque lo vi emocionado, al igual que los
rostros de las personas de ambas fazendas: femenina y masculina…Rostros en
búsqueda de bien, de liberación, de
dolor pero con esperanza.
Me conmovió el lugar, personas de toda la diócesis integrada,
apoyando gustosamente esta obra.
Me conmovió la fraternidad de la mesa solidaria y compartida.
En un momento tuve la sensación de estar viviendo el cielo
en la Tierra, pero no de palabras sino
de presencias y de hechos reales.
Y me conmoví porque estoy convencida de que hay muchísimo bien en la humanidad.
El bien es grandísimo aunque el mal a veces pise fuerte,
pero siempre habrá alguna luz brillando en la oscuridad.
María Noble
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