Esta sabiduría popular puede ser aplicada en referencia a muchas cosas, entre ellas nos puede servir para acompañarnos a profundizar sobre la Espiritualidad Cristiana. Según la antropología revelada por Jesús somos carne y espíritu. Y tiene tanto valor para Dios uno como el otro.
La pregunta es ¿cuál de estos dos ponemos como buey y cuál como carreta? Es muy diferente ser movido por uno que por el otro. Y el Cristianismo tiene una posición clara: “El espíritu debe mover la carne”
De la misma manera nos deja bien claro que el seguimiento de Jesús pasa por buscar “escuchar y realizar la voluntad del Padre Dios”. Contrario a lo que muchas veces hacemos (de poner la carreta delante de los bueyes) y pedirle a Dios que realice nuestra voluntad.
El desarrollo de una vida espiritual cristiana necesita de tiempo, como cualquier otro crecimiento. Tiempo para dialogar con Dios personalmente, en comunidad y en el mundo. Crecer en el Espíritu exige tiempos de silencio, oración, reflexión, poda, abonado, de contemplación y dialogo.
El crecer en Espíritu, el crecer en el conocimiento de la voluntad del Padre Dios, pasa por una profunda escucha; y para escuchar bien, necesitamos detenernos y hacer silencio, masticar, saborear, confrontar...
El hombre movido por la carne, el que se cree Dios y le quiere dar órdenes a Dios para que realice sus proyectos, generalmente “no tiene tiempo y no tiene amistad con el silencio”. Por lo tanto tampoco tiene una adecuada relación y diálogo con los demás hombres.
Si queremos crecer espiritualmente, tenemos que dedicarle tiempo al crecimiento del “buey- espíritu”, sin descuidar el cuidado de la “carreta-carne”. Necesitamos tiempos de silencio, oración y buen diálogo.
Si queremos ser realmente hijos de Dios, en nuestra libertad debemos elegir, buscar la voluntad de Dios Padre- Madre nuestra. Estando dispuestos a dejar nuestros proyectos personales, para realizar el proyecto de Dios.
Esto ha sido muy duro a lo largo de la historia para los que han querido realmente seguir a Jesús. Él mismo nos pregunta hoy si queremos seguirlo o no, aceptándolo como Buey, como Padre, como guía, como camino, como verdad, que da dirección a nuestra vida, como hijos pequeños.
Juan ( 6, 60 - 69 )
Nacho
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