sábado, 19 de noviembre de 2016

SALVARSE A SI MISMO O DAR LA VIDA POR EL BIEN DE LOS DEMAS

Jesús es el camino la verdad y la vida en cuanto a la realización humana. Jesús como todo ser humano necesito en su niñez ser cuidado, necesito un tiempo para crecer en sabiduría y gracia.
Jesús fue madurando, desde su ámbito familiar se fue relacionado con la sociedad.
Lo que para algunos puede ser una pérdida de tiempo, su vida en Nazaret como un vecino mas, como un obrero mas, fue el camino humano que recorrió, lo llamaban el Nazareno,  y que nos indica para que sigamos su ejemplo. El camino de pasar del niño centrado en si mismo, vinculado solamente a una familia de sangre, abriendo su corazón con el trabajo, el intercambio de bienes, los encuentros, las relaciones sociales, pasando a sentir en un «nosotros».
 Las alegrías y dolores del pueblo, fueron asumidas como sus propias alegría y dolores. Después para realizar la misión que su padre le encomendó formo y lo hizo desde una comunidad, no de personas perfectas y si junto aquellos que quisieran vivir de una manera distinta, reconociendo a Dios como único padre y señor de todos, por lo tanto libre de toda dependencia.
 La tentación siempre fue la misma, manifestada en diferentes momentos, y formas, la tentación que propone el maligno a través de situaciones y personas concretas: sálvate a ti mismo. El mal nos quiere hacer egoísta, nos alimenta nuestro yo, diciéndole que lo bueno lo merecemos individualmente.
Jesús ante el mal respondió con palabras bíblicas o hizo silencio, no dialogo ni busco explicar o convencer a los que estaban poseídos por el mal. Jesús ante el mal del egoísmo respondió con gestos concretos de entrega, de amor hacia los demás, incluso amor a los que lo calumniaban, juzgaban, golpeaban crucificaban. La evaluación de nuestro camino no es el éxito, la pregunta es si vivimos para nosotros mismos egoístamente o amamos que es entregarse.
Los que se reconocen como pecadores son los que más posibilidad tienen de reconocer a Jesús, ver su camino y recibir el regalo de su salvación. (Lucas 21, 5 - 19)

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