Todo contenido cristiano tiene que comenzar con la palabra AMOR, central de la revelación de Dios por medio del Cristo.
Nos preguntamos: ¿Qué es el amor? Y el aporte fue con una carta:
- “Un dia el amor que es creativo creó al hombre, es más, hizo del hombre el destinatario de este amor. Para el hombre creó Dios el universo. "¿Qué es el hombre para que cuides de él? Le has hecho poco menos que los ángeles, todo lo has puesto bajo sus pies" (Salmo 8).
Pero con el tiempo, el hombre se ha centrado en sí mismo y se ha alejado del amor. El amor del que tan fuertemente palpitaba el corazón siguió buscando al hombre. Le llamaba, susurraba a su corazón en el desierto hasta que éste decidió hacerse hombre para estar más cerca de él. Se convirtió en un niño, totalmente dependiente del hombre, necesitado de alimento, necesitado de cuidados. Pero el hombre no reconoció este amor y lo mató.
El amor que no puede existir sin amar, permaneció entre los hombres en presencia de un simple pan y con su aliento acaricia la vida de cada uno de nosotros. Hoy Dios te llama a amar, para que te conviertas en amor, para que puedas insertar tu pequeño corazón en su gran corazón y dar a tu pequeño corazón el tamaño de su corazón y entonces tu corazón podrá hacerse grande y contener al mundo entero.”
APORTE DESDE LA PALABRA.
Esta experiencia de amor fuerte la vivió la primera comunidad cristiana. Todos los evangelistas, al narrar el encuentro del Resucitado con los Apóstoles, concluyen con el mandato misional: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes. Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 18-20; cf. Mc 16, 15-18; Lc 24, 46-49; Jn 20, 21-23).
«A todas las gentes» (Mt 28, 19); «por todo el mundo ... a toda la creación» (Mc 16, 15); «a todas las naciones» (Act 1, 8).
En segundo lugar, la certeza dada por el Señor de que en esa tarea ellos no estarán solos, sino que recibirán la fuerza y los medios para desarrollar su misión. En esto está la presencia y el poder del Espíritu, y la asistencia de Jesús: «Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos» (Mc 16, 20).
En cuanto a las diferencias de acentuación en el mandato, Marcos presenta la misión como proclamación o Kerigma: «Proclaman la Buena Nueva» (Mc 16, 15). Objetivo del evangelista es guiar a sus lectores a repetir la confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo» (Mc 8, 29) y proclamar, como el Centurión romano delante de Jesús muerto en la cruz: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15, 39).
En Mateo el acento misional está puesto en la fundación de la Iglesia y en su enseñanza (cf. Mt 28, 19-20; 16, 18). En él, pues, este mandato pone de relieve que la proclamación del Evangelio debe ser completada por una específica catequesis de orden eclesial y sacramental. En Lucas, la misión se presenta como testimonio (cf. Lc 24, 48; Act 1, 8), cuyo objeto ante todo es la resurrección (cf. Act 1, 22).
El misionero es invitado a creer en la fuerza transformadora del Evangelio y a anunciar lo que tan bien describe Lucas, a saber, la conversión al amor y a la misericordia de Dios, la experiencia de una liberación total hasta la raíz de todo mal, el pecado. Juan es el único que habla explícitamente de «mandato» —palabra que equivale a «misión»— relacionando directamente la misión que Jesús confía a sus discípulos con la que él mismo ha recibido del Padre: «Como el Padre me envió, también yo os envío» (Jn 20, 21).
Sin embargo, todos los evangelistas subrayan que la misión de los discípulos es colaboración con la de Cristo: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20) La misión, por consiguiente, no se basa en las capacidades humanas, sino en el poder del Resucitado.
TESTIMONIO MISIÓN Cuando observamos la historia de la Iglesia misionera, nos damos cuenta de la presencia del . Inmediatamente después de Pentecostés, los apóstoles salieron del cenáculo y fueron a proclamar la buena nueva.
INDIA - SARI Actualmente, en India sólo el 2,5% de la población es cristiana. La mayoría son hindúes. Y en la mayoría de los casos, los cristianos proceden de castas muy bajas y a menudo son perseguidos.
Hace años estuve en un pequeño pueblo de la diócesis de Andrapradesh India y cuando dije que era de Italia, la gente me pidió que cuando volviera fuera a ver al Papa para decirle que sufren por ser cristianos.
En las culturas africanas es difícil distinguir el espacio del hombre y el de Dios. Dios está inmerso en el hombre y el hombre no es hombre sin Dios. Y esto ya era así antes de la llegada del cristianismo. En el siglo XIX, toda la atención de Europa se volvió hacia ese continente atormentado por la esclavitud.
Surgieron numerosas asociaciones y congregaciones misioneras para evangelizar África. En aquella época, Dios también tocó el corazón de una joven dama de compañía del palacio de Salzburgo (Austria). Se llamaba María Teresa Ledochowska. Conmovida en lo más profundo de su corazón por la preocupación por este continente y por el trabajo que allí realizaban los misioneros, dejó la corte y se dedicó al servicio de las misiones. Creó la revista Eco de las Misiones y allí publicó las cartas de los misioneros y, en consecuencia, fundó la congregación de las Hermanas Misioneras de San Pedro Claver, que hasta el día de hoy trabajan por las misiones.
En muchas de mis experiencias en África, pude tocar con la mano cómo el Espíritu Santo es realmente el protagonista de la misión. En un pueblo de Kenia, todos los días caminábamos por la única calle que había para llegar a la escuela parroquial. Por el camino, los niños querían jugar con nosotros. Después de cinco semanas de experiencia, entramos en una cafetería a tomar un café. En la puerta había una anciana de más de noventa años. Nos miró y tenía lágrimas en los ojos. Era la madre del dueño del café y la abuela de una niña de la escuela parroquial. En un momento dado se acercó a nosotros y nos dijo que nos había visto caminar por el pueblo estas últimas semanas y que había experimentado que Dios había vuelto a caminar en medio del pueblo. Hacía años que no iba a misa, pero a partir de ahora volverá. No hicimos nada especial. Caminamos y entramos en un café. Fue Dios quien tocó su corazón y quizás muchos otros corazones que no conocíamos.
AMÉRICA: En el Amazonas de Brasil conocí comunidades que sólo celebran misa una vez al año, pero cuando entras en casa de la gente, no puedes irte sin rezar con ellos. Tengo ante mis ojos a un hombre en una hamaca. Estaba sin una pierna, porque se la había comido un cocodrilo. Tenía la Biblia en la mano y decía que es lo más precioso que tiene. Estaba agradecido por estar vivo.
DIOS QUIERE ESCRIBIR
CON TU VIDA
LA HISTORIA DE SU AMOR
EN LA HISTORIA
DE LA HUMANIDAD.