lunes, 18 de marzo de 2024

SANTA CLARA DEL OLIMAR, TALLER MISIONERO (5)

La lluvia no detiene a los misioneros y tampoco debe cambiar el animo por el número de participantes en un encuentro. Las hermanas responsables de las dos parroquias que se encontraban para el taller, nos esperaban junto a integrantes de la comunidad sin faltar el "bienvenidos" y el mate. Mas un altarcito preparado en el salón para el encuentro, con la Palabra como centro.

 Animados por Graciela con su guitarra, comenzamos cantando una canción del lugar, sobre la realidad geográfica y cultural de Santa Clara. Y nos preguntamos ¿Qué se siente cuando una misión comienza dando lugar y valorando lo de la cultura local? Las miradas brillosas, las sonrisas y las palabras, nos decían que se sienten : muy felices, queridos, valorados por lo que son y de donde son. El Amor del Dios de Jesús vino a dar valor a cada cultura, a sus expresiones, a su gente. Comenzamos bien. 

Continuamos presentandonos y compartiendo lo que para cada uno no puede faltar en una Misión. Siempre a donde vamos "ya hay una sabiduría vivida" que tiene que ser la base de un taller o una misión.  
 
Luego la hermana Jola pidió voluntarios para revestirse con ropas de otras culturas. Esto sirvió para captar la atención de sus relatos sobre distintas costumbres culturales, en cuanto a la formación de una familia, la relación entre sus miembros,sus costumbres alimenticias, las distintas espiritualidades y religiones, especialmente en los pueblos de África.

En los distintos relatos "nunca aparece el juicio", algo que es fundamental a ser vivido por un misionero que llega a una cultura diferente. Recordábamos la Palabra que presenta la mision de Jesus entre nosotros y que es ejemplo para nuestra misión: Jesús ha sido enviado al mundo No para juzgarlo y si para que todos se salven. (Juan 3,17) 

Jola nos compartió los frutos de ese modo de hacer misión especialmente en lugares donde hay distintas iglesias, los frutos son de "unidad" en el pueblo. Que después da también el fruto de que "una, dos o tres," vuelvan o se integren a la Iglesia. La misión no se evalúa por "el juntar gente" y si por el Bien de Dios para la convivencia de los del lugar e incluso por lo que hace Dios en los misioneros. 
Hay algo llamado "el mal de África", que lo viven los misioneros al regresar a su lugar de origen, donde se sienten que tienen muchas cosas materiales, pero le falta la VIDA que vivieron con los africanos... Algunos quedan poseidos por esa "nostalgia" mucho tiempo, o para siempre...

 Eso también nos puede pasar a nosotros después de una experiencia profunda de encuentro aquí en nuestra tierra. Lo podríamos llamar "el mal del Uruguay de adentro"...  

Las hermanas Misioneras de Jesús Verbo y Victima, hoy les tocaba "recibirnos" y al igual que las personas de los lugares que misionamos, la gente como agradecimiento nos quiere dar algo para que llevemos: un pancito, una gallina, una flor, una carta... Las hermanas nos prepararon un llavero con una sandalia misionera, hecho por sus propias manos. 

El dar, el darse, el recibir y dejarse querer, es la fuente de la humanidad, que revela a un Dios que nos creo como seres relacionales y el mismo quiere estar en relación con nosotros. Nuestra fe se evalúa por la profundidad de nuestras relaciones con las personas, que dejan de manifiesto la verdadera profundidad de relación con Dios. 
La oración final, junto a la Palabra, a María, a Jacinto Vera, fue de gratitud por lo vivido: en familia, sorprendente y entendible, bonito, nutritivo y rico en contenido... las caras de alegría lo decían todo. La fraternidad en el compartir que nos habían preparado fue también una evaluación del taller.
 

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