El Maestro Tabárez dice que no cree en la casualidad.
Que si cree en las CAUSALIDADES.
Es decir que «el buen juego no se da por casualidad sino por CAUSA de un buen trabajo planificado en el tiempo".
La buena comida es causa de que alguien se dedicó con sabiduría y esmero a la tarea teniendo los elementos adecuados.
Lo mismo pasa con todas las cosas de la vida. El resultado tiene sus raíces en el proceso, en la dedicación y porque no en el Amor que se ha puesto.
Sabemos que hay mucho hambre en el mundo. Hermanos que mueren por falta del alimento necesario, incluso por falta de agua. Mientras que también es alto el nivel de mortalidad por exceso de algún producto.
Sin olvidar el hambre de afecto, de compañías, de escucha, de sentido para vivir... de Amor.
Jesús dedicaba un buen tiempo a «retirarse para estar a solas»
Cuando se logra una buena amistad con la soledad (bien vivida), se da el encuentro con uno mismo, con el SER. Esa verdad nos prepara para el encuentro profundo con los demás y con todo lo existente.
Sabemos que el problema del hambre material es causa del egoísmo, de la mala distribución de saberes y bienes entre los pueblos y personas.
Sabemos que todos necesitamos «ser amados». Y segun el amor que presiento en mi , es como puedo amar a los demas.
Quizás la pregunta que nos podemos hacer es:
¿Cuánto me amo?
Sabiendo que el Amor no es un sentimiento. Que el amor es conocimiento , aceptación, perdón y esperanza.
¿ Cuánto tiempo dedico a encontrarme conmigo mismo?
Los discípulos de Jesús tenían hambre y veían al pueblo hambriento.
Jesús les dijo: «denles ustedes de comer». Saquen los panes y pescados que tienen y compártalos.
Y así lo hicieron. Y así se dio el milagro. Cada cual empezó a sacar lo que llevaba consigo. Se puso en común. Comieron hasta saciarse y sobró.
(Mateo 14, 13-21)
Dediquemos tiempo a descubrir nuestros panes y peces. Los saberes, los sentimientos, los sueños, los dones, lo corporal y material que tenemos y somos.
Si lo hacemos habrá un hambriento menos.
E invitará a otros a descubrir y compartir los que llevan en sus alforjas, en su interior.
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