El fuego fue encendido
cuando los primeros rayos de un nuevo día asomaban en el
horizonte.
El fuego se maravilló
al
ver al
gran astro cada vez mayor, con una luz que todo
alumbraba.
El fuego se
enamoró
apasionadamente del sol y exclamó durante todo el largo día: “sin ti no
podría vivir”.
El fuego comenzó a
desesperarse cuando ve que el sol se va ocultando al final del día repitiendo:
“sin ti moriré”.
El fuego entristecido,
fue sorprendido por la luna llena que casi trasformaba la noche en
día.
El fuego se
acostumbró
a la falta del sol y puso su mirada agradeciéndole continuamente a la luna.
El fuego una
vez más se enamoró apasionadamente, esta
vez
de la luna a quien dijo: “sin ti no podría vivir”
El fuego al ver que la
noche pasaba rápidamente, dejó crecer un profundo sentimiento de miedo
al
perderla.
El fuego cuando se
oculta totalmente la luna y aún no sale el sol gritó:
"sin ustedes no podré vivir"
El fuego es
sorprendido por una tenue luz que alumbra desde su interior, es la luz de su
propio fuego.
El fuego estaba
debilitado, en el día y en la noche poco tiempo había dedicado a cuidar la luz
que era.
El fuego
dedicó
tiempo a recuperarse en soledad, retiró las piedras, se cubrió de nuevas ramas
secas y ardió plenamente.
El fuego dejando de
mirar hacia arriba y de mirarse a si mismo
descubrió
mucha vida a su alrededor.
El fuego se descubrió
servidor de la cocina en el día y servidor del descanso en la
noche.
El fuego se descubrió
humilde servidor e incluso luz para defensa contra el lobo que amenazaba el
rebaño.
El fuego
se unió a otros fuegos y con sus chispas y brazas encendieron otros fuegos, los cuales encendieron otros
fuegos.
El fuego que descubrió
su luz, amó todos los soles, todas las lunas,
amó
cocinar, amó
dar calor, amó cuidar, amó
dándose…
Nacho
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