Querida Rossina, Diego y Juan Pablo, si en este día les apareció
un colibrí en el camino, o soñaron con campo abierto, o les ardió las orejas,
era porque estuvimos hablando y rezando por ustedes.
Los esperamos para misionar previo a la Navidad en Poblado
Uruguay. Hoy estuvimos ahí, alimentando la fe. En un día primaveral que no es
noticia para algunos medios… Y si fue noticia el temporal, la rotura del
puente. Hoy queda en silencio, la inmediata
solución que han hecho con un camino alternativo que quedo firme… hasta que
llueva.
El domingo anterior para la misa, se organizaron para que llegara,
aunque no se podía pasar por el puente. Un quintero me fue a buscar, en la
camioneta que otro vecino le había prestado. Las mujeres coordinaron todo.
Pero lo que quería contarles se refiere a la fe y la vida de
esta gente. Se está en plena siembra del arroz, un poco atrasados por las
lluvias. Y estamos en el mes de María, la madre de Jesús.
Hace cuatro años que me invitan a venir, a compartir una
visita a las familias. Que no es cruzar la calle o tomarse un ómnibus. Acá las
motos y las sandalias son los medios para la misión.
Para mí es un manantial de fe, ser parte de esa organización
familiar que hoy se da por celular ya que hay considerables distancia entre
casa y casa. Son kilómetros por camino de tierra. Que mucho me recuerdan al
chaco boliviano, a su gente y las misiones del Equipo Misionero itinerante.
A la hora 16 y 30 era la convocatoria en Poblado Uruguay, y ahí
estuvimos. Llegaron las vecinas con sus motos, con los niños detrás. Recorrimos
unos cuanto kilómetros, donde se nos iban sumando algunos más hacia el paraje
Picada de Maya. Dejaron los vehículos en la portera de una casa, donde ayer habían
estado a rezar. Ahí era el lugar de partida de la peregrinación de hoy.
Por el pasto, cruzando alambrados, por el camino vecinal,
entre medio de plantíos de arroz. Hoy solo dos víboras se cruzaron en el
camino, una parejera y una crucera. La imagen de María llevada en los brazos,
es toda una experiencia de fe. Somos humanos y necesitamos signos que podamos
ver y tocar. Lindo ver a un tractorista y el ayudante, saludar a la distancia, con
mucha fe.
En la casa de llegada, la mesa con la velita encendida estaba
pronta para recibir la imagen. Cantamos, rezamos, escuchamos la palabra bíblica,
compartimos el saludo de paz. Se reza por los vecinos, por la siembra, por los
refugiados, por los misioneros que estuvieron antes y por los que van a venir.
Es increíble la memoria viviente histórica que tiene la
gente de campo. Recuerdan a cada uno de los que estuvieron alguna vez. Me
preguntan como están y en que andan. También a mi me hizo pensar que esta gente
algún día recibieron la semilla de la fe, y que otras y otros acompañaron a que
creciera.
Me imaginaba alguna
abuelita en el cielo, contenta de ver a su nieta, bisnieta misionando. Rece también
por los curas y religiosas que estuvieron antes que yo, hoy me toca saborear el
fruto que otras y otros sembraron.
Y ver a esta gente
joven que es parte viva de nuestra iglesia, que son verdaderamente misioneras.
Haciendo de la oración un encuentro entre vecinas y un relacionarse mas allá de
las que están, incluyendo a los seres queridos que están junto a Dios.
Y te cuentan con alegría, que mañana la caminata es de dos
horas y medias, abrazada con la imagen. Para dar gracias a Dios por un embarazo
que se demoro muchos años y los médicos decían que no era posible. Mañana la
niña acompañara en bicicleta, tiene cinco años.
Y te cuentan que antes de ayer, rezaron en una casa por
primera ves, una niña de cuatro años se levanto dos veces y se sentó junto ala
velita encendida, alado de la imagen, y
la madre lo tomo como un signo de Dios, que la niña quería que ella se acercara
a Dios y se sintiera perdonada.
Y te cuentan que rezaron por el muchacho desaparecido en el
rio, y desean que toda madre tenga derecho a sepultar a su hijo, porque hasta
que no lo encuentra siempre pensara que estará vivo. Y esto me hizo rezar por
las y los que aún los andan buscando… Y te cuentan de la solidaridad de los
pobres, de los pescadores, que dejaron tres días de pescar para dedicarse plenamente
a colaborar junto al trabajo que a veces no se ve de la marina y la policía.
Y te cuentan de sus maridos en tiempo de siembra, haciendo
jornales de más de diez horas. Hoy mucho mejor que en el tiempo de los abuelos,
con mejor sueldo y mejor seguridad. Y te cuentan con orgullo de tener un
esposo, un hijo, un yerno que trabaja produciendo alimento… aun que sonriendo
dicen que la mayoría de los verdes se va para el otro lado de la frontera, o
para la ciudad… ja ja.
Y te dicen como fue el invierno para llevar kilómetros a los
hijos a la escuela. Te cuentan de temporales, barros, vientos, que hay que
encender una velita para que no vuele el techo, o para cortar la tormenta. Y te
dicen lo que es enfermarse en el campo. Lo que es ser maestra..
Mañana cuando vea el arroz en el plato, la carne, la verdura
espero no olvidarme de agrade ralos que hacen posible llegue a mi mesa…
Amigos, esta gente los espera dentro de un mes… pero ya
rezan por ustedes y por alguno que se quiera sumar… Se nos inspiraba hoy, la
posibilidad de misionar con el niñito Jesús y si se pudiera hacer un pesebre vi
viviente… no sería necesario cambiarse de ropa, ni decorar mucho un galpón… he ahí
el misterio de nuestra fe, el lugar que eligió y sigue eligiendo para seguir
naciendo nuestro Dios… Hoy estuve con él, era mujer de campo, niño, trabajador
de arroz…
Nacho