Hay distintos modos de encontrarnos con Dios, de conocerlo. Uno de ellos es la Palabra Bíblica escuchada, reflexionada y rezada en comunidad. Otro modo es la contemplación de la naturaleza, que nos habla del creador.
Y lo que vamos conociendo la mejor manera de compartirlo es con la vida, que puede estar acompañada de prédicas, teología, catequesis y parábolas.
Hoy compartimos como contó un abuelo
“EL REINADO DE JESÚS”, tan presente entre nosotros, pero que no es de este mundo.
Cuenta el abuelo que observando lo que acontecía en un gallinero, veía que los habitantes del lugar, existían para comer, reproducirse y picotearse entre sí.
Un veinticuatro de diciembre de hace unos cuantos años, rompió el cascaron lo que supuestamente sería un pobre pollo más entre otros. Si bien por largo tiempo su vida fue muy semejante a la de todos los demás, había algo que llamaba la atención: su capacidad de escucha y que se retiraba a solas a contemplar el cielo.
La vida en el gallinero era muy parecida a la de tantos otros. Con el gran problema de la mala distribución de la comida y de los bienes. El viejo gallo y sus alcahuetes se habían apoderado de la administración de casi todo lo existente. Y la mayoría de la población del gallinero se peleaba por los granos sobrantes.
Aquel pollo que sabía escuchar y cada tanto lo descubrían mirando el cielo, fue creciendo. Al llegar a la edad madura había despertado cierta expectativa en unos cuantos del gallinero. Creían que él podía ser capaz de crear una revolución que volteara del poder al gallo dictador.
La esperanza de algunos en tener un nuevo rey crecía cuando veían signos de rebeldía y justicia en este vecino. Y como cada cosa tiene su tiempo, llegó el día donde se enfrentaron el gallo y el amigo.
La expectativa era grande, muchos se embanderaron con palmas y laureles creyendo que tendrían nuevo rey. Cuando no hubo pelea, porque el joven no ofreció resistencia y fue masacrado por el viejo emperador con la bendición de los del templo, esto desilusionó a muchos.
Lo misterioso de la derrota y muerte de este hombre fue que como águila se elevó a los cielos. Y cuentan algunos de sus seguidores, la mayoría mujeres, que no está muerto y que se presenta resplandeciente, diciendo “que su reino no es de este gallinero y si del gran cielo”. Se hace presente en pequeños gestos de servicio, ternura, justicia y perdón, tan pequeños como un Colibrí...
Algunos le creen por lo que otros han dicho e intentan vivir como vivió Él: con orejas grandes ante la realidad, aportando algo para mejorar la vida del gallinero, juntándose en comunidad mirando el cielo, sin miedo a desenmascarar las actitudes de los gallos dictadores. Confiados es que hay un nuevo reino eterno que los espera.
Nacho
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