“Ir narrando lo andado”, esta fue la
recomendación fraterna que le escuché, no hace mucho, a Leonardo Boff y los encuentros de los
colibríes con sus fotos y narraciones en diversos formatos, siempre me
recuerdan esa frase tan simple y tan profunda.
A
la vez, así es la teología de los Evangelios: una colección de narraciones entrañables que contienen derrotas transformadas
en victorias buenas para todos (Resurrección)
barros amasados desde donde surge la maravilla (una tarea artesanal que
lleva puesto un corazón). En la compartida de fotos quedó sin revelar una de
Rafael (un vecino de Colonia Valdense que estuvo en el encuentro del domingo)
él y su esposa tienen un hijo hermoso de 1 mes de edad que nació sano a pesar
de que los médicos le daban las peores perspectivas, una frase que me quedó fue: “en esos meses de embarazo mantuvimos la
esperanza, luego la angustia y el dolor se transformaron en una alegría inmensa
cuando nació”.
Casualmente la consigna de Nacho para compartir las fotos fue:
nombrar los embarazos; lo que escuché de Rafael fue la historia del embarazo de
un hijo y el embarazo de una esperanza que se aviva en el momento adecuado para
nacer todos los días.
Los embarazos que vimos en las fotos son
una muestra de todos los embarazos y como dijo Raquel en la despedida: “lo que
vivimos lo vivimos todos”.
La brisa suave que menciona Elías,
es
nada menos que El Dios en el que creemos,
sopla hoy en cada instante,
en cada
lugar,
esa brisa es persuasiva porque acaricia,
se manifiesta uniendo,
amando;
nos convence de nunca apagar la mecha humeante,
es cercano,
familiar como el
aire que respiramos,
nos ayuda a pensar dos veces
antes de desechar la caña
cascada que parece no servir más,
y a su tiempo la llama se reaviva
y la caña
termina sirviendo,
porque esa mecha y esa herramienta casi siempre somos
nosotros mismos.
Cuando llegamos a un lugar, como por
ejemplo la comunidad que nos recibió este fin de semana, no da el tiempo para
compartir todas las fotos y entonces compartimos algunas de ellas sabiendo que
hay infinitas más, entonces vemos que El Galileo anduvo por ahí y se quedó, lo
recordamos, nos entusiasmamos como los discípulos de Emaús, contamos que lo
hemos visto en otros lugares: en Bolivia, en Ecuador, Argentina, Chile, Brasil,
en la Laguna Merín, en el encuentro con extraños que resultan ser viejos
conocidos; etc.
Carlos Mesters decía que la Palabra de
Dios está en las Escrituras; también es la naturaleza que El creó y a la vez
también la mujer, el hombre, es una
Palabra de Dios que anda.
La teología como narración de la
historia muestra y guarda en el corazón todo lo que va aconteciendo, porque el corazón no tiene espacio para
contener. El encuentro del 21 y 22 en Colonia Valdense con todos sus instantes y rostros ya son
parte de esa narración y a su vez lo narrado hoy nos muestra el estado presente
de lo que vivimos, es el presente del recuerdo, es la Vida, la esperanza que
experimentamos y está acá en este instante presente, en otros rostros, fotos
diversas, paisajes distintos, la misma brisa suave.
Abrazo Roberto Flores
Loco tenes que hacer un libro, me encanta como describís la realidad. Saludos
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