jueves, 5 de noviembre de 2015

Encuentro Nacional de Comunidades Eclesiales de Base en Tacuarembó - FRUTOS

Hace 20 años en el anterior Encuentro Nacional de Comunidades Eclesiales de Base en Tacuarembó, esta familia me había recibido. 
Como acontece en la vida “el tiempo poda y da frutos nuevos”. El niño que tenía 10 años aquella vez, hoy nos recibió junto a su madre, su señora y sus dos hijos. Nos esperaban con la cama tendida, la ducha con toalla y jabón, el cuarto blanqueado,  la mesa con milanesa y dulce de durazno. Fue un rencuentro gratamente sorprendente, con una cena con el calor familiar.  Qué lindo !!!!!! Gracias. 

MATE  DE CASCARILLA, CON PAN CON MANTECA
LA OFRENDA DE LA VIUDA  (Marcos 12, 41-44)
En tiempos de búsquedas, de experiencias espirituales, aparecen miles de propuestas. Incluso dentro de una misma iglesia se puede encontrar un supermercado de ofertas.
Nosotros participamos en el “Encuentro Nacional de Comunidades de Base”, que es una propuesta de ser iglesia comunitaria con la palabra bíblica en el centro y el servicio como misión.
Los organizadores del encuentro en Tacuarembó, pidieron alojamiento para los que íbamos de visitantes. He ahí algo concreto de este modo de ser iglesia: la solidaridad que incluye a todos.
Se ofrecieron más de 500 familias, muchas de ellas practicantes de otras religiones, de todas las clases sociales.
Cuando compartimos la experiencia de ser acogidos, surgieron los sentimientos de alegría por la fraternidad y el cariño con el cual cada familia compartió lo mejor que tenía en alimentos y comodidades.
Maravillados quedamos al escuchar la experiencia de una compañera que fue recibida por una señora anciana. La cual la recibió en su casita, que contaba con una cama para la visita.
Sobre la dueña de casa, no sabemos si es divorciada, viuda o soltera. No sabemos si practicaba alguna religión. Por el relato siguiente quedara de manifiesto como es su situación económica y su corazón:
- Al llegar a su casa la abuela me esperaba con una sonrisa y un abrazo. Me hizo pasar a su casita de techo de chapa. Nos sentamos en la cocina. Nos presentamos entre sonrisas. Y me dijo ¿Cenamos? A lo que respondí afirmativamente, cansada y con hambre, después de un largo viaje desde la capital y un intenso día de encuentro, reflexión y celebración.
Entonces con un tono de voz muy humilde me ofreció lo que para ella era su cena: mate de cascarilla con pan con manteca. Por un momento quede sin palabras, sintiendo que esta mujer me estaba ofreciendo TODO LO QUE TENIA.
Este testimonio nos hace presente la encarnación del evangelio de Jesús, hoy en día entre nosotros: La ofrenda de la viuda. A mí personalmente me interpela: ¿estoy dispuesto a compartir todo lo que soy y todo lo que tengo?
Junto a la misericordia, la solidaridad es la expresión del amor del Dios en quien creo. Esta es una de las propuestas espirituales a elegir entre tantas, que no es mágica, es exigente y apuesta al buen vivir para todos, donde los más empobrecidos son los privilegiados y protagonistas.
Nacho

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