sábado, 28 de mayo de 2016

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo


PRESENCIA DE JESÚS EN LOS ALIMENTOS COMPARTIDOS
     Muchas veces, se presenta la presencia de Jesús casi exclusivamente en la eucaristía, en el pan y el vino consagrado en la misa. Se olvida o se calla la presencia de Jesús en el pobre, en el hambriento, en el enfermo, en el encarcelado, en el que esta solo… Esto flecha la vida cristiana hacia el culto, dando un lugar primordial al sacerdote que lo preside y dejando sin estimulo a todos aquellos que siguen a Jesús conociéndolo o sin nombrarlo, sirviéndolo en la vida cotidiana y la actividad social.
También hay comunidades cristianas
comprometidas con lo social, lo político
aportando a su transformación
sabiendo que ahí se define
la vida y la muerte de muchos
especialmente de los más débiles
de Jesús... 
El testo bíblico de toda la iglesia católica para la fiesta de Corpus Cristo nos deja claro la importancia que Jesús le da a la solidaridad, expresada en compartir lo que tenemos con los que necesitados. Y siempre es bueno aclarar que para nada la solidaridad esta condicionada por exigencias de que: el pobre lo merezca o sea bueno, ni que los llamados a compartir tengan que tener de sobra. La presencia de Jesús en esta relación es posible si cada uno comparte los panes y peces que tiene…
 En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban. Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: 
- «Despide a la gente; que vayan a los pueblos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó: - «Dales vosotros de comer.» 
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres.
 Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se organicen en grupos de unos cincuenta.» Lo hicieron así, y todos se sentarón. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

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