Hay lugares donde están nuestras huellas, entre ellas: las de los
momentos más difíciles de discernimiento. Siempre he sentido el Monasterio
Benedictino, como uno de esos lugares donde está la estufa prendida y algunos
nos acercamos buscando el calor, la luz o un espacio para el encuentro…
Esta vez, fue prevista como encuentro entre viejos amigos, después de
duros inviernos de unos y otros… Parimos tempranito con María Eugenia, Fabricio
y los niños, creyendo que llegaríamos a la hora de la celebración. En el camino
ya estaban Rossina, Diego y Juan Pablo… llegamos 9 colibríes.
El rencuentro con Jorge, en la mirada, la sonrisa y el abrazo, expreso
esas mil palabras que quieren decirse los amigos después de un buen tiempo de
no verse, que cada cual supo y acompaño con la oración las noches y las
primaveras del otro…
Nos enteramos que no estaba prevista la celebración y surgió compartir una misa desde el almuerzo. Jorge se dispuso a preparar tallarines caseros. Confieso que hacia un buen tiempo que no sentía vergüenza: Jorge miraba por la ventana e iba contando la llegada de los colibríes 9…13...16…19, de todas las edades como se caracteriza la bandada, que se sumaban a las tres que estaban de retiro, más una vecina y el cocinero.
La vergüenza me duro un instante, luego vino la alegría de ver que
algunos se sumaron a la cocina, otros a preparar las mesas y otros a buscar
pollo y demás a la ciudad de Canelones.
Y comenzamos la celebración, que Pablo Quintas siempre que se lo pedimos, pone a su servicio el don de profe de música, preparando a los niños especialmente. Lo primero fue hacer presente el encuentro con Cristo al compartir la mesa, que para él significaba tenernos como amigo y regalarnos su perdón. Después continuamos compartiendo los tallarines, los pollos... comimos los 24 contando a los niños y sobro para alguno más. Sin contar a los que se hicieron presente por medio de mensajes, entre ellas Maribel desde Bolivia.
De sobremesa Mateo un joven que se integro ala bandada este fin de semana, se ofreció para jugar con los niños, y los demás nos dispusimos a escuchar. Primero la palabra bíblica que nos reafirmaba el envió del Espíritu santo que dé a poquito nos revelaría la verdad. Pidiéndole a Jorge que la relacionara con la búsqueda de unos cuantos de nosotros “búsqueda de la paz interior”.
Casi por cumplir 76 años de vida nos decía con gran alegría, lo maravilloso que éramos los seres humanos. No hay dos iguales en toda la historia humana. Y cuando le preguntamos sobre el camino para encontrar la paz interior con vos pausada y alegría en su mirada nos dijo:
Nos enteramos que no estaba prevista la celebración y surgió compartir una misa desde el almuerzo. Jorge se dispuso a preparar tallarines caseros. Confieso que hacia un buen tiempo que no sentía vergüenza: Jorge miraba por la ventana e iba contando la llegada de los colibríes 9…13...16…19, de todas las edades como se caracteriza la bandada, que se sumaban a las tres que estaban de retiro, más una vecina y el cocinero.
Y comenzamos la celebración, que Pablo Quintas siempre que se lo pedimos, pone a su servicio el don de profe de música, preparando a los niños especialmente. Lo primero fue hacer presente el encuentro con Cristo al compartir la mesa, que para él significaba tenernos como amigo y regalarnos su perdón. Después continuamos compartiendo los tallarines, los pollos... comimos los 24 contando a los niños y sobro para alguno más. Sin contar a los que se hicieron presente por medio de mensajes, entre ellas Maribel desde Bolivia.
De sobremesa Mateo un joven que se integro ala bandada este fin de semana, se ofreció para jugar con los niños, y los demás nos dispusimos a escuchar. Primero la palabra bíblica que nos reafirmaba el envió del Espíritu santo que dé a poquito nos revelaría la verdad. Pidiéndole a Jorge que la relacionara con la búsqueda de unos cuantos de nosotros “búsqueda de la paz interior”.
Casi por cumplir 76 años de vida nos decía con gran alegría, lo maravilloso que éramos los seres humanos. No hay dos iguales en toda la historia humana. Y cuando le preguntamos sobre el camino para encontrar la paz interior con vos pausada y alegría en su mirada nos dijo:
«Desde mi experiencia comparto para que ustedes hagan la suya, que será
diferente a la mía, les digo que en muchas cosas los seres humanos nos
parecemos o nos quieren igualar, pero hay algo que nos hace únicos y es ese
pozo que llevamos dentro. Lugar infinito, maravilloso, de donde brota el
espíritu que nos da la vida…
Desgraciadamente hoy en día la ideología capitalista, que se presenta como la religión para muchos, la religión que nos salva o nos condena, plantea que la felicidad está en llenar ese pozo con cosas y personas… y así andamos… buscando complacer nuestro yo o ocupados por complacer el yo de otro, con regalos o afectos…
Pero viendo la historia humana los hombres cuando se han perdido del camino de SER, siempre después de algunos golpes buscan el camino verdadero, el ser humano tiene ese pozo del Bien que lo moviliza a buscar lo infinito, lo realmente bello y bueno… lo humano
Desgraciadamente hoy en día la ideología capitalista, que se presenta como la religión para muchos, la religión que nos salva o nos condena, plantea que la felicidad está en llenar ese pozo con cosas y personas… y así andamos… buscando complacer nuestro yo o ocupados por complacer el yo de otro, con regalos o afectos…
Pero viendo la historia humana los hombres cuando se han perdido del camino de SER, siempre después de algunos golpes buscan el camino verdadero, el ser humano tiene ese pozo del Bien que lo moviliza a buscar lo infinito, lo realmente bello y bueno… lo humano
"Desear la, estar en búsqueda es el camino a estar en paz..
que es irse descubriendo y aceptándose a sí mismo con nuestros diferentes colores… Solo quien se acepta a sí mismo, puede
estar en paz y relacionarse
en paz..."
Volvimos a la ciudad, allá quedo el fuego encendido, la luz del monasterios, que se puede percibir a la distancia… Cada no se debe hacer la pregunta si la vivencia eucarística, si las palabras cayeron en tierra buena o se las lleva el viento.
Volvimos a la ciudad, allá quedo el fuego encendido, la luz del monasterios, que se puede percibir a la distancia… Cada no se debe hacer la pregunta si la vivencia eucarística, si las palabras cayeron en tierra buena o se las lleva el viento.
A veces la semilla demora un buen tiempo en mostrar sus cambios, por eso nadie puede juzgar al otro.
Cada cual sabe “que está trabajando dentro de sí mismo” y que es lo “que no desea cambiar”. Si queda claro que a veces pensamos que cambiando de lugar, cambiando una situación, cambiando una persona... todo cambiara… y la verdad es que si yo no soy el que soy, con mis luces y sobras, nada verdadero veré a mi alrededor…
Nacho
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