jueves, 7 de julio de 2016

EDUCAR PARA EL ENCUENTRO ENTRE DIFERENTES - Editorial 1.437 Semanario Tribuna Popular

EDUCAR PARA EL ENCUENTRO ENTRE DIFERENTES,
EDUCAR PARA CONSTRUIR UN MUNDO MEJOR
ENTRE TODOS… ES LO QUE MAS MOLESTA AL MAL
En estas vacaciones, algunos abuelos tuvieron visita de sus hijos y nietos. Ocurrió en estos días que un abuelo se aparto de la rueda familia y se lo veía triste, en silencio, mirando por la ventana. Era tanto el ruido familiar que nadie se había dado cuenta de lo que estaba aconteciendo. Llego el momento del almuerzo, del asado, y ahí si se empezaron a preguntar unos a otros por el abuelo. Su esposa con más de cuarenta años de caminar juntos, dejo la bandeja con la que estaba sirviendo y fue a buscarlo donde estaba segura que él estaría. Lo encontró y lo invito a la mesa con todos. El abuelo se acerco, se sentó, comió sin decir una sola palabra.

La comida se desarrollo con normalidad. Pero la abuela comento con una de sus hijas “que lo veía triste al viejo”. Y la hija que escucho, la cual tenía un carácter explosivo, con voz alta que escucharon todos le pregunto al abuelo si se sentía bien. Misteriosamente todos hicieron silencio, incluso los niños, y pusieron su mirada en el abuelo. Este permanecía callado y se alimentaba a su ritmo de anciano.

Una nuera intervino, se acerco a él, y le exigió que expresara sus sentimientos. Así somos a veces los seres humanos, queremos que los demás complazcan nuestras necesidades. El silencio de otros nos molesta y exigimos la palabra. Algunos niños terminaron de comer y se levantaron de la mesa. Dos yernos, que no les gusta involucrarse en nada, disimuladamente se levantaron de la mesa. Entonces quedaron los que querían escuchar al abuelo.

Este levanto la vista y vio que todos lo miraban en silencio, esperando sus palabras. Entonces con vos entre cortada, dijo algo que toda la familia recuerda como palabras sabias:
         
Más de una vez he escuchado de ustedes quejarse de la educación. En otras cuando dan noticia de un joven que comete un delito, ustedes se preguntan ¿donde están los padres? Les confieso que hoy me sentí muy mal cuando uno de los niños insistió caprichosamente pidiéndole favores a la señora que trabaja con nosotros, y nadie lo corrigió. 

Me molesto mucho cuando un niño pidió un vaso de bebida alcohólica para brindar con ustedes, se lo dieron, y le hicieron fiesta a su actitud. Y ahora me dolió cuando en la mesa unos cuantos niños, pasaron jugando con sus celulares mientras comíamos. Y nadie dijo nada, más aún, algunos de ustedes los adultos estaba en la misma.

Solo les pido que reflexionen, nosotros los adultos en todo momento somos padres y educadores de los niños. Nuestras actitudes van moldeando la personalidad de los niños. La relación con los trabajadores, con las mujeres, con los espacios de encuentro, la relación con lo que consumimos “se educa” y necesitamos “ejemplos y educadores”.
El Colibrí

El Colibrí

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