viernes, 8 de julio de 2016

SER BUEN SAMARITANO – AMAR ES UNA DECISIÓN

Un maestro de la Ley, que quería ponerlo a prueba a Jesús, se levantó y le dijo:
 «Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?»
Jesús le dijo: «¿Qué está escrito en la Escritura?

El hombre contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
Jesús le dijo: «¡Excelente respuesta! Haz eso y vivirás.»

El otro, que quería justificar su pregunta, replicó:
«¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús empezó a decir: «Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto. Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vió, tomó el otro lado y siguió. Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, tomó el otro lado y pasó de largo.
Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio; pero éste se compadeció de él. Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que él traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo.
Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: «Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.»

Jesús entonces le preguntó: «Según tu parecer, ¿cuál de estos tres fue el prójimo del hombre que cayó en manos de los salteadores?»
El maestro de la Ley contestó: «El que se mostró compasivo con él.»
Y Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo.»  
Lucas 10, 25-37
AMAR, quizás es una de las palabras que más nos une como humanidad. En toda persona hay el deseo de ser amado y amar. Las diferencias en nuestro modo de amar, tiene sus raíces en cómo hemos asumido el amor recibido. Amar es una decisión, eso queda claro en dos o más personas que han vivido situaciones semejantes y unos eligen tomar lo mejor, aprender de lo que no es bueno, y otros eligen centrarse en lo negativo. El amor es algo dinámico, se da en las relaciones, por lo tanto cada tiempo es un tiempo distinto para amar.
AMAR, es desear lo mejor al otro. Es lo contrario a excluir, oprimir, violentar… El amor se alimenta de amor. Por lo tanto cuanto deseo lo mejor y actuó para que se dé lo mejor para el otro, el amor crece en mi. Por lo contrario, la falta de amor a una sola persona, alimenta en mi el odio, el rencor, el deseo de mal, y ala crecer estos sentimientos, le quita fuerza y espacio al amor para crecer.
AMAR, por esa razón la propuesta evangélica, nos propone amar al prójimo, a quien nos encontremos en nuestro camino. Sin excluir a los que no son de nuestra familia,  religión, de nuestra cultura. Amando incluso a los «caídos», a los que están por debajo de nosotros. A los más debilitados, a los más empobrecidos. El impulso del amor, el servicio, no es «si es del grupo a que pertenezco» tampoco es «por ser bueno o merecedor», el amor ama a su próximo, el amor ama preferencialmente a los no amados. Incluso al enemigo. Porque cuando crece el amor, no deja espacio para otra acción que no sea en bien del otro.
AMAR, es un desafío, que tenemos que elegir, cultivar, podar y alimentar… Amar es una decisión, una actitud ante el otro, que supera los sentimientos que puedo sentir…
Nacho

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