Cuenta la leyenda, que después de mucho tiempo de sufrimiento, nuestro pájaro amigo, llorando se vio reflejada en las cristalinas aguas de un lago de agua dulce. Ahí encontró una mirada que lo escucho, una mirada que le permitió verse a sí mismo tal cual era.
Cuentan los abuelos, que después de este encuentro, nuestro pájaro amigo, descubrió que era a Él, a quien se le habían dado alas para volar, que era ÉL, el elegido para ser sal, luz para la humanidad.
Se animo, fue dando los pasos que tenía que dar, tomando las opciones convenientes para ser lo que realmente era.
Eligió companías y lugares que favorecieran su crecimiento y que lo respaldaran en los desprendimientos necesarios.
Siendo realmente el pájaro que era, con dones y límites, con vuelos y caídas, comprendió, valoro a las gallinas, y movilizo a otros pájaros a que se animaran a ser lo que realmente son. Cada paso llevo su tiempo, y su tiempo no fue el tiempo de los demás…
Nacho
Ustedes son la sal de la tierra.
Pero si la sal deja de ser sal,
¿cómo podrá ser salada de nuevo?
Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera
y es pisoteada por la gente.
Ustedes son la luz del mundo:
¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte?
Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón;
la ponen más bien sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.
Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres;
que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes
que está en los Cielos. (Mateo 5, 13 al 16)
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