En medio de un momento de confusión
espiritual y emocional que estaba viviendo, recibo una invitación de parte del
Padre Nacho a participar del VI Encuentro Teológico en Lago Merín. Aclaro, que
había participado durante 3 días en el III Encuentro y nada más.
Me impactó la frase que leí en el afiche-invitación: “NO TENGAN MIEDO”. Esas tres palabras dieron vueltas en mi cabeza por más de un mes, hasta que decidí participar. Llegué justo para el comienzo del Encuentro el día 14 de enero.
Me impactó la frase que leí en el afiche-invitación: “NO TENGAN MIEDO”. Esas tres palabras dieron vueltas en mi cabeza por más de un mes, hasta que decidí participar. Llegué justo para el comienzo del Encuentro el día 14 de enero.
Tengo que resaltar la excelente
bienvenida, la alegría del reencuentro con personas ya conocidas y el encuentro
con aquellas que veía por primera vez, todo esto fue calmando mi ansiedad… Con
el correr de los días, me fui despojando del peso de la mochila que doblaba mi
espalda, ésta, estaba llena de miedos, presiones, angustias, dolor,
interrogantes, lágrimas que empezaron a fluir hacia afuera libremente,
sintiendo el respeto y el acompañamiento de quienes se encontraban ahí. Surgía
el llanto y lo dejaba salir sin vergüenza, porque había encontrado un espacio
para mí, me fui liberando poco a poco…
Los abrazos que nunca faltaban al final de cada celebración trasmitían fuerza, contención, confianza y un NO TENGAS MIEDO. Hermosos momentos vividos en alegría, fraternidad durante los almuerzos y cenas, encuentros con personas nuevas, llenas de riquezas para compartir, desde sus realidades.
Varios países unidos, donde con sus representantes parecía habernos conocido desde siempre. Charlas comunitarias y personales, cantos y guitarreadas, alegría compartida, cada uno desde sus tareas específicas ponía lo mejor de sí para el bien de todo el grupo. Cada celebración era compartir la vida a la luz del Evangelio del día en cada celebración se vaciaba un poco la pesada mochila que todos cargábamos… En un encuentro personal y comunitario con el Dios de la Vida.
El suave y delicado aletear de los Colibríes allí reunidos, se convertían en una agradable brisa, que recorría nuestros cuerpos, nuestra mente y nuestros corazones.
Los abrazos que nunca faltaban al final de cada celebración trasmitían fuerza, contención, confianza y un NO TENGAS MIEDO. Hermosos momentos vividos en alegría, fraternidad durante los almuerzos y cenas, encuentros con personas nuevas, llenas de riquezas para compartir, desde sus realidades.
Varios países unidos, donde con sus representantes parecía habernos conocido desde siempre. Charlas comunitarias y personales, cantos y guitarreadas, alegría compartida, cada uno desde sus tareas específicas ponía lo mejor de sí para el bien de todo el grupo. Cada celebración era compartir la vida a la luz del Evangelio del día en cada celebración se vaciaba un poco la pesada mochila que todos cargábamos… En un encuentro personal y comunitario con el Dios de la Vida.
El suave y delicado aletear de los Colibríes allí reunidos, se convertían en una agradable brisa, que recorría nuestros cuerpos, nuestra mente y nuestros corazones.
El nido enorme que cobijaba a todos
ellos, espacioso, suave e invitaba a un momento de descanso para el alma.
Por último, quiero agradecer a Dios
por darme la oportunidad de participar de este Encuentro, reencontrarme conmigo
misma, con los demás y empezar a sentir que se puede ser
libre como el colibrí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario