viernes, 18 de octubre de 2013

Bendita laicidad de nuestro gobierno, de nuestra educación ... cuidado con el consumismo.

Ver:
        Un niño contento regresaba de la escuela abrazado de regalos y con el cuerpito cansado de una tarde de juego. «Son como Dios» decía su madre. Se refería a la empresa que había realizado la gran fiesta. El padre contemplaba en silencio. Dicho hombre había sido mandado al seguro de paro por la misma empresa la que dio razones de baja de ventas.
   Coincidencia que entre los cesados estaban unos cuantos de los trabajadores agre-miados los cuales desde hace un tiempo reclamaban un salario justo y mayor seguridad en lo laboral.
    La equivocada catequesis que aquel día el niño recibió es que “los que dan regalos son como Dios” y los que se enfrentan a ellos buscando los justo son “los diablos rojos”. Nuestra escuela es laica a lo religioso pero abierta en sus cantinas y fiestas al dios consumista. No se puede hablar de Dios pero se visita los grandes templos de capitalismo.
Iluminar: 
      El texto bíblico nos presenta a Jesús enseñando la gran importancia de la oración. La parábola es sumamente clara que la oración tiene que ver con el reclamo de la justicia.
   El Dios de Jesús no es un mago milagrero ni sanador, es un Dios justo y misericordioso. La persona orante es la que insiste en que la justicia se cumpla.
(Lucas 18, 1-8)
Actuar:
    En todas las épocas hubo poderosos hombres y organizaciones que “saquearon injustamente al pueblo” e incluso a veces hasta le quisieron robar a su Dios.
   En nombre de dios se han hecho guerras, se ha acumulado riquezas y poder. Y muchas personas comprometidas con la justicia Social han sido acusadas de “diablos rojos” que no quieren progreso, que reclaman lo que no merecen.
    Que sorpresa nos llevaremos al final de los tiempos cuando junto a Abraham, Moisés, Gandi, Romero…Jesús estén, tantas mujeres y varones que se organizaron en búsqueda de la liberación  justa para el pueblo oprimido. Muchos de ellos no apoyados por las instituciones religiosas que estaban adormecidas o casadas con los poderosos injustos.
   Una persona orante, de verdadera espiritualidad cristiana es una persona comprometida con la justicia.
Nacho

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