jueves, 14 de mayo de 2015

« LA FE CRECE DÁNDOLA » Juan Pablo II

Hay sentimientos de alegría y de tristeza en nuestro País por la elección de los servidores públicos, a través de las elecciones departamentales. Por otra parte, para los que gustan del fútbol, está la expectativa del clásico y los campeonatos de las selecciones nacionales.
 Como cristianos sentimos con nuestro Pueblo en lo político, deportivo y social, alegrándonos con el que festeja y acompañando el sufrimiento del que tuvo alguna perdida.
Pero creo que debemos tener presente una pregunta que es la esencia de nuestra fe y no podría ser solamente un ingrediente más:
¿Cómo nos sentimos y como vivimos él SER ELEGIDOS
 por Dios mismo para conocerlo servirlo?

La Palabra Bíblica nos dice: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.

Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
(Marcos 16, 15-20)

 Escuchando personalmente su palabra, nosotros que nos acompañaron a darnos cuenta del don de la fe ya teniendo unos años, tenemos la posibilidad de distinguir lo que es vivir con la amistad de Jesús y lo que es vivir sin ella.
 Teniendo claro por experiencia de otros y personal, que la fe, como toda amistad se cultiva y se desarrolla. Y esto exige tiempo, dialogo, experiencias juntas. Lo que da como resultado que en los momentos fundamentales de la vida se puede contar con el amigo.
“Orar es tratar de amistad con quien sabemos nos Ama”. 
Santa Teresa

Como toda verdadera amistad y profundo amor, nos abre a los demás. Por eso surge la necesidad de comunicar esta experiencia, con el deseo: 
Que los amigos se hagan amigos entres sí”.


Quien se descubre amado por Dios, propone a los demás que busquen profundizar en esta relación, incluso a su tiempo, al igual que San Juan Bautista: 
“Que esa amistad crezca y yo desaparezca”.

  
Confiados que “lo mejor está por venir” y es la Resurrección, el encuentro final y eterno posible para todos, por la infinita misericordia de Dios.
Nacho

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