Hay sentimientos de alegría y de tristeza en nuestro País por la elección de los servidores públicos, a través de las
elecciones departamentales. Por otra parte, para los que gustan del fútbol,
está la expectativa del clásico y los campeonatos de las selecciones nacionales.
Como cristianos sentimos con nuestro Pueblo en lo político, deportivo y social,
alegrándonos con el que festeja y acompañando el sufrimiento del que tuvo
alguna perdida.
Pero creo que debemos tener presente una pregunta que es
la esencia de nuestra fe y no podría ser solamente un ingrediente más:
¿Cómo nos sentimos y como vivimos él SER ELEGIDOS
por
Dios mismo para conocerlo servirlo?
La Palabra Bíblica
nos dice: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a
toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se
condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre
expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus
manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y se pondrán bien.
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue
elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por
todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las
señales que la acompañaban.
(Marcos 16, 15-20)
Escuchando personalmente su palabra, nosotros que nos acompañaron a darnos cuenta del
don de la fe ya teniendo unos años, tenemos la posibilidad de distinguir lo que
es vivir con la amistad de Jesús y lo que es vivir sin ella.
Teniendo claro por experiencia de otros y personal, que la fe, como toda amistad se
cultiva y se desarrolla. Y esto exige tiempo, dialogo, experiencias juntas. Lo
que da como resultado que en los momentos fundamentales de la vida se puede
contar con el amigo.
“Orar es tratar de amistad con quien sabemos nos Ama”.
Santa Teresa
Como toda
verdadera amistad y profundo amor, nos abre a los demás. Por eso surge la necesidad
de comunicar esta experiencia, con el deseo:
“Que los amigos se hagan
amigos entres sí”.
Quien se descubre
amado por Dios, propone a los demás que busquen profundizar en esta
relación, incluso a su tiempo, al igual que San Juan Bautista:
“Que esa
amistad crezca y yo desaparezca”.
Confiados que “lo mejor está por venir” y es la Resurrección, el encuentro final y eterno
posible para todos, por la infinita misericordia de Dios.
Nacho
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