lunes, 4 de mayo de 2015

Somos solos y somos juntos

Somos solos y somos juntos
Vivimos en un mundo que parece acelerarse cada vez más,
 empujado por la tecnología, 
el consumo,
 los medios de comunicación, 
el tráfico, las redes sociales,  etc.
como una rueda que recibe impulsos sucesivos
 ya sin saber de dónde provienen,
 aunque esa fuerza nos hace apurar a todos. 

Esto sucede, sobre todo en las ciudades
 y genera la ilusión de velocidad,
 poniendo los nervios en alerta
 y la adrenalina en la sangre. 

Digo ilusión
 porque hay otras zonas que no se aceleran tanto
 o al menos no acompañan la urgencia
 y sin embargo son aspectos importantes de la vida,
 me refiero al tiempo que le dedicamos a estar con los demás,
 físicamente presentes, 
y al tiempo que le dedicamos a estar con nosotros mismos
 pero sin distracciones.

Ambas cosas presentan desafíos,
 estar en serio con otra persona exige abandonar ciertas seguridades propias
 y estar en serio con uno mismo exige aceptar la soledad, 
luego, quien sabe estar consigo mismo sabe estar con otro y viceversa. 

 También,  por cierto, exige no tener apuro compulsivo. 
Siempre es más fácil relacionarse con quienes se parecen más a nosotros
 y está perfecto, 
pero quien termina ahí su mundo de relaciones
 sin aventurarse un poco más allá,
 no sabe lo que se pierde. 

Pero claro, como cualquiera que arriesga, 
es difícil apostar por lo desconocido,
 ir a buscar al otro siempre es riesgoso,
 hay que escalar prejuicios,
 cruzar miedos,
 adentrarse en la espesura del misterio.  

Solo asume riesgos grandes quien descubre o intuye algo valioso,
 yo creo que hay algunas cosas que nos hacen humanos
 en la construcción de relaciones
 con quienes entendemos muy distintos de nosotros mismos.  

Digo “entendemos muy distintos”,
 porque creo que las personas de cualquier edad y lugar, 
somos más parecidas que distintas,
 reímos, lloramos, sufrimos y gozamos más o menos por las mismas cosas.

 Lo que comprendemos 
y las explicaciones que nos damos son dinámicas
 y son susceptibles de correcciones, 
a veces tenemos que corregir nuestros supuestos. 

Cuando nos pensamos juntos y nos sabemos necesitados de los demás,
 las diferencias son riquezas,
 las distancias  nos unen 
y las edades diversas se tornan en ventajas varias. 

Sin embargo hay un discurso 
en el cuál la gente mayor se valora solo por su capacidad de hacer
 o lograr lo que hacía cuando era joven, 
algo que demuestra una falta de valoración por esa edad,
 como si el abuelo o la abuela fuesen valiosos solo por tener rasgos
 y características de alguien más joven, 
como si en sí misma ese estado no presentara valores propios.

 En lo breve de este artículo
 no puedo desarrollar el tema como quisiera,
 así que invito a pensar,
 sentir y reparar en que,
 las fragilidades y límites que nos molestan o nos decepcionan de los demás,
 también pueden ser cosas que nos unen,
 además existen zonas vulnerables en todos.

 Cuando prestamos atención y miramos con el corazón a los otros,
 nos damos cuenta de que las personas nos encontramos en el valle
 y no en la cima de la montaña,
 lo hacemos con nuestros límites y debilidades,
 para comprobar que la relación fraterna y humana
 es nuestro mejor y primer aporte a la sociedad. 
De donde nace todo lo demás.

                                                            Roberto Flores

No hay comentarios:

Publicar un comentario