viernes, 3 de junio de 2016

NUESTRO DIOS EL DIOS DE LA VIDA

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.»
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.   (Lc 7,11-17)
¿Creemos en la resurrección?
Sin duda que los cristianos, si nos pregunta decimos que “creemos en la resurrección después de la muerte” Lo que no quitan las lagrimas y el extrañe en el tiempo de duelo…
Ahora creo que es bueno preguntarnos ¿si creemos en la resurrección en esta misma vida?
A lo lago de nuestro historia, de la personal de cada uno de nosotros y de nuestras relaciones, realizaciones y organizaciones, vivimos muchas muertes. A veces se nos muere la esperanza, o nos sentimos que el amor se nos ha alejado. En otras perdemos la confianza, o se nos muere un sueño, un proyecto importante en nuestra vida. Sin dejar de lado los momentos de crisis económica o problemas graves de salud en nuestro entorno.
Reitero. ¿Creemos en la resurrección? 
¿Creemos que Jesús nos puede devolver la esperanza, 
que nos puede acompañar a vivir nuevas relaciones
 de confianza, de amistad de amor? 
¿Creemos que en tiempo de una economía pobre o
que con poca salud podemos ser felices?
 ¿Creemos que las organizaciones políticas,
 sociales, eclesiales, familiares, 
pueden superar dolorosas dificultades?
Quizás la primera pregunta que nos hace Jesús hoy es: 
¿Qué es lo que nos hace llorar?
A nosotros personalmente y a nuestros prójimos.
¿Qué es lo que nos tiene preocupados?
El segundo paso podría ser “poner esa situación en manos de Dios”, intentando “escuchar su voz”, para saber qué es lo que tenemos que hacer y lo que no es conveniente ante esta situación. Muchas veces actuamos desesperados, o creyendo que somos un dios que lo tiene que solucionar todo y no damos lugar a que Dios actué en la historia. Si creemos en la resurrección después de la muerte, también tenemos que creer en las pequeñas resurrecciones en la vida cotidiana, reafirmando nuestra fe en Jesús, el que es capaz de cambiar lo que parece muerto… Para Dios nada es imposible.
Nacho

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