miércoles, 28 de septiembre de 2016

X Encuentro Continental de CEBs -

Mensaje del Obispo - Pedro Jubinville, C.S.Sp. Obispo de San Pedro Apóstol y obispo responsable de CEBs. Durante la Celebración de Clausura del X Encuentro Continental de CEBs - 17 de septiembre de 2016, en Luque, Paraguay
Se me pide hacer un mensaje de corte pastoral al concluir este X° Encuentro Continental de las CEBs. La verdad es que no me siento muy pastor sino más bien hermano. O sea, que el pastor probablemente siempre debería sentirse así, hermano, humilde, en medio de su comunidad. O sea, tal vez me toca vivir lo que el Papa Francisco decía en parábola: andar en medio o, incluso, detrás de las ovejas porque ellas tienen el sentido del camino a dónde ir y hay que saber escuchar. O sea, no debería nunca decir que cuando me siento más hermano, no soy pastor. O sea, creo que Dios mismo me está pastoreando a través de ustedes. Y estoy inmensamente agradecido. Mesi anpil. Obrigado. Aguyjevete.
Comparto tres cosas con ustedes:
1. Las CEBs no son el pasado, son el futuro. Parece un lindo eslogan pero lo creo realmente. Estamos llevando una inmensa riqueza: las comunidades mismas, las personas, la convivencia, el tejido humano que fabricamos y que somos, por la gracia de Dios. La opción por las comunidades es el camino de una gran renovación de la Iglesia y una contribución social única. La comunidad forma, la comunidad sostiene, la comunidad abre al entorno,… ¿Cómo vamos a vivir una “economía solidaria” sin comunidad? ¿Cómo vamos a transmitir los valores de nuestros pueblos sin ella? ¿Cómo podemos hacer catequesis o celebrar la fe sin ella? ¿Cómo vamos a cuidar de la Casa Común sin ser comunidad? Comunidades maduras, con los dones y los ministerios liberados, esto es nuestro futuro. Y me atrevo a decir este “nuestro” para toda la Iglesia. Es un futuro más sostenible y prometedor que los grandes conjuntos que alimentan una fe consumista y pasiva.
2. Hemos hablado un poco de la sacramentalidad de la comunidad. Tenemos compromisos de transformación social. Somos “inquietos/as”, ocupadas/os y preocupados/as con muchas tareas. Pero la comunidad es la vivencia de lo creado, lo recibido en gracia, lo compartido, la Palabra escuchada y celebrada. Es el sacramento del compartir, de la reconciliación con la tierra y entre nosotros/as. Ahí todo es importante: visitar, preparar una comida, jugar con los niños, pedir perdón, llamar y comunicar, lavar los cubiertos, decir la verdad, hospedar, contemplar el amanecer, respirar hondo, bailar, dar un beso,… Valoremos este don tan grande. Cuidemos nuestras comunidades. Prendamos el fuego comunitario donde nos toca compartir nuestro testimonio.
3. Somos sacramento de Jesucristo. El principio más clásico de la liturgia a través de los siglos es esto: en ella, nos acercamos al misterio de Dios. La liturgia hace memoria de Jesús y esto aviva la gracia en quienes la invocan. Las CEBs llevan la memoria de Jesús compartiendo la Palabra y manteniendo el recuerdo vivo de muchos santos y mártires. Se empeñan en expresar esta memoria en las realidades de hoy, exponerla a los desafíos sociales, políticos, culturales,… de hoy. Las CEBs tienen conciencia del carácter cargado, fuerte, desestabilizador,… de esta memoria que induce procesos de conversión. Un teólogo alemán de los 70 hablaba de la “memoria peligrosa” de Jesús. Convivir en CEB es exponerse a esta “memoria peligrosa” que trabaja constantemente en nosotras/os. Nos abre a los demás, nos cuestiona, nos sana, nos hace descubrir nuestra verdadera y profunda identidad, nos enseña a escuchar, nos envía no tanto como poderosos/as maestras/os de un mensaje bien sabido sino para exponernos más al misterio de Dios, encontrar su rostro en donde nos anunció Jesús que él se revelaría: los más pobres y excluidos. El tema de nuestro Encuentro es muy importante. No perdamos la memoria.
Nuestra semana aquí en Luque ha sido una gran liturgia. Damos gracias porque hemos sido expuestos/as a la memoria de Jesús en la memoria de estos 50 años de caminata. Ahora volvemos con el compromiso de vivir radicalmente este don. Gracias a todas/os por haber sido ministros/as de la alegría y de la misericordia. Bendiciones.

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