martes, 13 de octubre de 2009

Fiesta Grande

EL ARETE GUASU

Junto al fuego “ramui reta” los abuelos  nos contaban después de la cena a la hora de los buenos espíritus sobre como comenzó la fiesta del “Arete Guasu” fiesta grande  en honor a la fertilidad de la madre tierra con el andar del tiempo llamado carnaval a veces unido a la pascua.

Nos contaban que a un “Kuimbae” varón le llegó su tiempo, su madures, brotándole del interior de su ser el deseo del cuidado de una “Kuña” mujer  y a su vez ser cuidado por ella en “Yopoep+” reciprocidad, para unir las manos y juntos ser y hacer acciones que nos beneficien a todos.

El se fue al monte, recogió leña buena que sea capaz de mantener el fuego encendido en la noche y en el día y la puso en el patio barrido por ella, en casa de sus padres, esperando su respuesta.

Ella madura, capaz de cuidar a un varón, por haber aprendido todo lo de la casa, todo lo de cocina, tejido, limpieza y cuidado de niños con el deseo de “Mboroa+u” amor para ser parte de el y que el sea parte de ella y juntos pertenecientes a la misma madre tierra, amar el total de la vida. Ella tomó con cuidado la leña reconociéndola como muy buena ofrecida por el, y encendió un gran fuego.

El inquietado por ella en su interior pidió ayuda a la comunidad para convencer a los padres de ella, que juntos podrían formar una bella “Mborerekua” familia con la capacidad de criar muchos hijos, acoger visita y de hacer fiesta para todos.

El papá, la mamá, la familia de ella se tomaron su tiempo para conocerlo a el, para ver su comportamiento, su libertad, su capacidad de recolección, de caza y esto sirvió para la maduración de ambos de el y de ella, para demostrarse fidelidad en el tiempo y a la distancia, la permanencia en el amor sin tocarse.

Llegó el día en que lo invitaron a un almuerzo hecho por su madre y por ella en el cual el comió harto recibiendo el agasajo. También bebieron chicha masticada y cocida de dos días. Con el padre de ella fumaron y coquearon los regalos que el había traído.

Esa noche mismo llegó la hora y todo pareció un robo de el a ella, con plena luna llena, el se la llevó a ella para la casa que ya tenía construida con paredes de barro alisadas y techos de palma tejida. Los perros de la casa, los zorros del monte aprobaran el nacimiento de una nueva familia durmiendo en silencio.

Ella llevó mote “maíz cocido” para la cena. El tenía carne de “hurina” venado  comieron por primera vez juntos en silencio, con miradas de tiernos fuegos, en un solo plato, ella dándole de comer a el y el dándole de comer a ella. Esa noche los dos cuerpos se hicieron uno bendecidos desde dentro por el  agua de Dios en cada uno de ellos. Las mil estrellas tintinearon en el cielo.


Se hicieron familia y junto a la primera primavera llegó el primer hijo, bendición total de Dios. Vivian el “Yopareko” solidaridad  entre ellos con los demás manteniendo sus diferencias. Teniendo ya palabra en la asamblea comunitaria para sumar ideas y hacer un buen andar en bien de todos.

Sorpresivamente a el en una cacería monte adentro lo lleva la muerte. Todo fue tan rápido, el accidente, la noticia, el hacer la vasija para darle sepultura con el cuerpo hacia el este, hacia el origen. Con “kagui” chicha, tabaco, coca el machete y un poco de ropa para el viaje, esto dejó sin consuelo a ella. Día y noche lloraba sin comer y sin sacar cosas buenas.

Hasta que se soñó dormida que se adelantaba a donde había ido él. Lo encontraba en una fiesta grande con todos viviendo bien. Había abundante comida y chicha, la tierra era buena  para el cultivo con buenas aguadas, los montes tenían  frutos exquisitos y abundantes animales de caza, se vivía en armonía, en paz, en libertad sin mucho esfuerzo.

Las miradas se reencontraron en silencio, el calor secó las lágrimas y el abrazo nuevamente los hizo una sola carne. Estuvieron nuevamente felices juntos, hasta que el la invitó a despertarse y volver al mundo de los vivos. Ella rogó para quedarse con el ya que no podía vivir bien sin el. Juntos lloraron viendo a los hijos dormidos.

Nuevamente le brota de su interior, de su ser profundo una propuesta: Que ella despierte siembre, coseche con toda la comunidad, que el va a colaborar con la buena lluvia y con el buen sol desde ese lugar. Y que al final haga bastante chicha, una buena comida y que inviten a un gran convite para reconciliación de todos con todos y que el con los demás seres queridos irán a la fiesta.

Ella sorprendida acoge en su interior las palabras pero pregunta ¿Cómo podrá ser que no se asusten al verlos nuevamente entre nosotros? El sonrió y dijo: Iremos, bailaremos con máscara hasta el tercer día de fiesta, de casa en casa, jugando con agua por los patios que haya rica chicha.

Y así fue ella despertó embarazada en sus entrañas de la palabra de el, sembraron, cosecharon hicieron chicha con toda la comunidad y hubo que hacer fiesta para agradecer las buenas lluvias, el buen sol, el buen grano de maíz. Desde el monte cuando las tamboritas y flautas tocaban, cuando las caras estaban pintadas con las ropas adornadas, aparecieron ellos enmascarados con máscara de madera, con plumas de aves, desde dentro del monte al otro lado de la quebrada.

Se reconocieron ella y el en la mirada, todo se hizo fiesta, brincando con la cruz adelante adornada con flores amarillas,  que nos recuerda que somos como pájaros, como un nido sostenido en dos palos cruzados, sostenidos por tumpa Dios. Bailamos siempre en círculo, todos somos iguales, siempre hacia delante, volviendo a veces un poquito atrás para encontrar el paso siguiente. Siempre luchando el tigre azul con el toro blanco, siempre ganado nosotros en el tigre, amansando al toro e invitándolo a bailar. También con los niños embarrados como chanchos que jugando a todos nos corren y embarran, siempre viendo bien, con la mirada alta más allá.

Son días de poco trabajo, de fiesta y descanso en la noche cada uno en su casa. Comida compartida para todos es lo que hoy llamamos carnaval para coordinar bien con el mensaje cristiano de fiesta, de que la vida con amor vence la muerte, por eso también nuestra Pascua.

Años tras años cuando hay buena cosecha y no hay muerte o desgracias hacemos el Arete Guasu basado en nuestra espiritualidad “Mboroa+u” amor, “Yapoepi” reciprocidad “Mbororekua”  familia  “Yopareko” solidaridad pilares de nuestro “Ñandereko” modo de ser. Siempre guiados por los abuelos, por los espíritus en la naturaleza, en la comunidad para no errar el camino hacia “+v+ marangatu” la tierra sin males.


MBOROA+U  (AMOR)

Está directamente unido a la tierra, a la vida, al trabajo, a la familia, a la naturaleza, al tiempo, a la fiesta, al más allá.

Es mucho más que un sentimiento, mas que la necesidad de uno de otro es unirse para la vida, para ser nueva familia dentro de un andar comunitario. “Yo realizo esta acción porque soy parte de ti y tu eres parte de mí. Amando la tierra, amándonos, amando el total de la vida”.

Quizás las sabidurías indígenas tengan algo para decirnos a tantos jóvenes y mayores que “buscan el amor verdadero”

Sin duda que quien busca en un camino y no encuentra, tiene que buscar en otro y eso exige cambio, desprendimiento, apertura a lo diferente… acompañamiento de los que conocen y viven este modo de Mboroa+u.

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