martes, 29 de mayo de 2012

40 años de la Teología de la Liberación - Primera parte

Gustavo Gutierrez

Esta es la primera parte de un artículo escrito por Hugo Mamani para la revista Tiempo, con motivo de los 40 años de la teología de la liberación, la idea del texto es que sea un aporte e invitación a volver a leer los "clásicos" de nuestra teología latinoamericana. Cuenta con aportes de Roberto Flores...

"Bueno esa es la idea - invitación para la comunidad del Colibrí, para que también escriban sus opiniones sobre este 40 aniversario" - Hugo

Estamos todos invitados a reflexionar sobre este acontecimiento tan importante para nuestro caminar de Iglesia. ¡Adelante!

40 años de Teología de la Liberación
Teología de la Liberación. Perspectivas.
De Gustavo Gutiérrez

Por Hugo Néstor Mamani. Publicado en Revista Tiempo Latinoamericano nº 93, mayo 2012, páginas 56-59. Córdoba, Argentina.

“Mi libro es una carta de amor a Dios, a la Iglesia y al pueblo a los que pertenezco. El amor continúa vivo, pero se profundiza y varía la forma de expresarlo.”  G. Gutiérrez, Teología de la liberación, 2004. 17º edición. p. 53. Introducción “Mirar lejos”.

Raíces de una praxis
Según los datos de imprenta1 el libro terminó de imprimirse en 1971, por lo que -pensamos- comenzó a circular en 1972. La obra considerada la más significativa de la corriente del pensamiento teológico latinoamericano tiene sus raíces en la experiencia de los grupos cristianos comprometidos en los diversos procesos de liberación que vivió latinoamérica en los años 60-70, y en la reflexión sobre estas prácticas que hicieron teólogos, como el peruano Gustavo Gutiérrez. El autor, tuvo sus años de formación intelectual y sacerdotal estudiando psicología en Lovaina y teología en Lyon2. Ordenado en 1959 y de regreso al Perú fue profesor en la Universidad Católica de Lima y párroco en la popular barriada de Rimac. Su trabajo pastoral y docente se desarrolló en una época de cambios tanto en la iglesia, con la renovación que traía el Concilio Vaticano II, como en los países llamados del tercer mundo.
En marzo de 1964 participó de la primera reunión de teólogos latinoamericanos en Petrópolis (Brasil), allí comenzó su exposición preguntándose: “Cómo establecer el diálogo salvador con el hombre de América latina?”. Esta preocupación antropológica y pastoral por el hombre latinoamericano será una de las claves de análisis que se mantendrán más adelante en la teología de la liberación.
En esta rica etapa de la vida eclesial y social latinoamericana se multiplicaron encuentros y estudios, generándose cartas, declaraciones, documentos y obras de otros destacados autores que también comenzaron a escribir teología desde América latina.3
Los críticos acontecimientos sociales y políticos del Perú hacia el final del gobierno de Belaúnde Terry (1963-1968) llevaron a que laicos y sacerdotes peruanos preocupados por la crisis que afectaba a las clases populares se reunieran para analizar la situación y se pronunciaran con una declaración pública pocos meses antes del comienzo de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín.4 Gutiérrez adhirió a este movimiento y en la siguiente reunión, en julio de 1968, expuso sus ideas cuando fue invitado a dar una conferencia en Chimbote (en la costa norte de Lima), a partir de la cual quedó referenciado como el líder intelectual de la ONIS – Oficina Nacional de Información Social – nombre que tomó este movimiento de sacerdotes.
Para Gustavo Gutiérrez esta conferencia, luego publicada en Montevideo y reelaborada para ser presentada en Suiza como ponencia en 1969, fue el origen directo de su obra más conocida.

El escándalo de la pobreza
En octubre de 2011 al conmemorarse en Lima los 40 años5 de la publicación de Teología de la liberación. Perspectivas, el autor hizo memoria de  su obra recordando que hubo un hecho que “marcó muy fuertemente la reflexión y fue comprobar el escándalo que significaba una situación de pobreza en un continente que se considera cristiano... En ese continente cristiano, hay una inmensa parte de la población que en ese tiempo vivía en condiciones inhumanas y anticristianas.” Este hecho que marcó su reflexión teológica le planteaba -y aún plantea- la pregunta: “¿cómo decirle al pobre que Dios lo ama?”. Sus escritos comenzaron a intentar responder la pregunta. Para ello se afirmó en la indignación ética ante las situaciones de injusticia y en la compasión entendida en el “sentido literal de la palabra es decir en un compartir el sufrimiento”. Por eso en un primer momento miramos la realidad y las causas que provocan la injusticia y pobreza para luego comprometernos a cambiar esta situación de opresión.
A esta acción por la liberación le sigue la teología como acto segundo, o sea como reflexión crítica sobre la praxis a la luz de la fe. Para el autor la teología “como reflexión crítica de la práctica de la praxis histórica es así una teología liberadora, una teología de la trasformación liberadora de la historia de la humanidad y, por ende, también de la porción de ella –reunida en ecclesia– que confiesa abiertamente a Cristo. Una teología que no se limita a pensar el mundo, sino que busca situarse como un momento del proceso a través del cual el mundo es transformado: abriéndose – en la protesta ante la dignidad humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmensa mayoría de la humanidad, en el amor que libera, en la construcción de una sociedad justa y fraterna – al don del Reino de Dios”.6

La irrupción de los pobres
Al constatar el hecho inhumano y antievangélico en la que viven millones de latinoamericanos el autor afirma que esto los convierte en no hombres, en no personas. Desde este lugar de exclusión el pobre se convierte en lugar teológico. Esto supone un cambio epistemológico en la teología, no se anula ningún elemento de la producción teológica, pero se cambia el lugar desde el cual se genera la reflexión teológica. Los elementos se mantienen pero el resultado será diferente. 
El punto de partida del teólogo es “el pobre hoy, es el oprimido, el marginado por la sociedad, el proletario que lucha por sus más elementales derechos, la clase social explotada y despojada, el país que combate por su liberación”7. Y al precisar el término se mantiene alerta para no caer en ambigüedades y confusiones con la pobreza espiritual y la pobreza evangélica -que mantiene una actitud de austeridad o desapego ante los bienes materiales-. Pero aún para la Biblia la pobreza “es un estado escandaloso atentatorio de la dignidad humana y por consiguiente contrario a la voluntad de Dios”.8
Profundizando en el análisis la pobreza también puede ser entendida como solidaridad y protesta: “la pobreza cristiana, expresión de amor, es solidaria con los pobres y es protesta contra la pobreza. Este es el sentido concreto y actual que revestirá el testimonio de pobreza vivida no por ella misma, sino como una auténtica imitación de Cristo que asume la condición pecadora del hombre para liberarlo del pecado y de todas sus consecuencias”.9 Sintetizando: nos solidarizarnos con el pobre al compartir su vida, su situación de vida concreta y la lucha para y por su causa, que es buscar la liberación aboliendo las causas de la pobreza.

1 comentario:

  1. Lindo Hugo ayudarnos a hacer MEMORIA
    Mirando la realidad Aqui y Ahora creo que va mejorando a nivel adquisitivo y enpobreciendose a nivel de relaciones profundas.
    Pero a su ves los beneficios, las fiestas o simples encuentros me sorprenden ver tanta solidaridad, tanta profundidad, tanto amor...
    Nacho desde Río Branco Uruguay

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