Lo primero fue reconocer nuestros errores como obreros o encargados de otros. Luego la lectura del Génesis nos recordaba que el trabajo debe estar en relación al cuidado de la creación, que es nuestra casa, y debemos defender o recuperar el domingo como día semanal de descanso.
Mateo nos habló de José, el padre adoptivo de Jesús, y nos invitó a reconocer el trabajo de tantas mujeres y varones que se encargan del cuidado y de la educación de niños que no son sus hijos. También reflexionamos sobre la mirada mundana con dios dinero como principio y fin que califica a ciertos trabajos como divinos y otros de servicio. José enseñó a Jesús el trabajo de carpintero-changador, pero por sobre todo le enseñó a amar lo que hacía en una actitud de servicio, por supuesto que cobrando el salario justo. La mística de cualquier trabajo es el amor con que lo realizo.
Y después de rezar todo esto pasamos al patio, al mate, los chorizos y ensalada. Todo hecho y compartido con mucho cariño.
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