En nuestro País van apareciendo los carteles políticos, y en
los actos las banderas de los diferentes colores se agitan e incluso algunos
candidatos son recibidos con caravana. Sin olvidar, el pasaje y las llegada de
la Vuelta Ciclista del Uruguay o hinchadas en los estadios de fútbol que
expresan con banderas y cantos el apoyo a sus ídolos.
En tiempo de Jesús también había expectativas mesiánicas,
especialmente en el pueblo oprimido por el imperio romano y la clase
sacerdotal. Jesús cuando entró a Jerusalén fue recibido con cantos y palmas
aclamándolo como el futuro nuevo rey. Dos cosas sorprendentes nos presenta el
texto bíblico del domingo de ramos: el medio que elige Jesús y el
reconocimiento que le hace el pueblo.
La costumbre era que las figuras
políticas, los militares, las personas con poder se transladaran en carruajes,
en caballos pura sangre, o en buenos burros. Jesús elige una burra con cría
para entrar a la ciudad capital y es aclamado como el hijo de Rey David venido
de Nazaret - de Galilea.Y si bien el reconocimiento de ser de la estirpe de
David era algo normal, lo curioso es que lo reconocen procedente de una de las
regiones de donde nada bueno podía salir de ahí. (Mateo 21,1-11)
En toda época ha
existido la creencia de la “fuente mágica que derramará para todos”, es decir
la creencia que “si a las personas de arriba les va bien a todos nos va a ir
bien”. Si una persona viene de familia rica y o la persona ha sabido
enriquecerse, la creencia es que si lo ponemos a cargo del bien publico nos
enriquecerá a todos. Por lo tanto a nivel político, deportivo e incluso
religioso “la presentación” de la persona, de su grupo, de sus actos y de sus
templos deben de ser lo más resplandecientes posibles. Las grandes catedrales
revestidas de oro y los políticos con muchos bienes o apoyados por gente
enriquecida fue y es algo bastante común, para remarcar la creencia del
“derrame”.
El evangelio nos invita a reconocer su presencia en los sin
poder,
en los lugares considerados como que nada bueno puede salir de ahí.
Si
nos queremos encontrar con Él, ahí está.
Nacho
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