martes, 15 de abril de 2014

JUDAS y PEDRO: LA DESILUSIÓN Y LA ESPERANZA

La Semana Santa tiene variadas ofertas de actividades. Cada actividad le da un nombre a esta semana: semana de turismo, semana de Vuelta Ciclista del Uruguay, semana del Festival de Folklore… Y en cada actividad hay personas y lugares destacados. También las celebraciones cristianas tienen lugares y personajes más populares.
La ciudadanía en general reconoce que en la semana santa cristiana esta el viernes santo donde no se come carne y se come pescado, los personajes más destacados son: Jesús el del Vía Crucis, Pedro el que lo negó, y Judas el que lo traiciono.
A decir verdad el Cristianismo es mucho más que eso. El lugar del cristianismo es mucho mas allá de los templos. El lugar del cristianismo es toda realidad humana, porque nuestro Dios es el Dios que se hizo hombre y que ama y sufre por todo ser humano.
Por lo tanto las narraciones bíblicas de semana santa nos tienen que servir para entender y transformar la realidad humana. Si la liturgia no sirve para la vida, es sal que no sala, y puede transformarse en una adición más de escape a la realidad. El cristianismo es la encarnación de Dios en la historia, desde el Nacimiento que celebramos en navidad, la vida de obrero en Nazaret, la misión liberadora desde la comunidad, la clasificación y muerte injusta junto a los pecadores y el misterio de la novedad evangélica de la resurrección donde la vida vence la muerte, la luz resplandece en las tinieblas, donde el amor supera lo injusto…
Creo que Pedro en su negación y Judas en su traición y suicidio tiene algo en común. Ambos se sintieron desilusionados, traicionados por Jesús. Ellos esperaban que el Mesías fuera a sentarse en el trono de rey, cuando Jesús elige el camino de la entrega de si mismo… Que en su momento es de fracaso e incluso de muerte.
La desilusión, que lleva al abandono, la traición e incluso en algunos casos al suicidio, no es algo del pasado. La mayoría de nuestros sufrimientos parten de una desilusión que hemos tenido de alguien,  de nosotros mismo o de una organización.
La desilusión es “la caída de una ilusión” que puse en alguien en algo o en mí mismo. Y esto se da en las relaciones familiares, en la amistad, en la pareja, en lo comunitario, en lo laboral, deportivo, eclesial, político… es decir en todo lo que se pone una ilusión hay posibilidad de sufrir una desilusión.
Pedro y Judas sufrieron esta desilusión, por no saber escuchar a su amigo, por no conocerlo o quizás por no querer ver lo real y ilusionarse con sus propios deseos puesto en el otro. Y esto nos pasa también a nosotros: muchas veces no vemos o no queremos ver la realidad del otro tal cual es, o la nuestra misma y nos creamos imágenes que despiertan ilusiones que con el tiempo la realidad nos desilusiona.
La diferencia entre  Judas y Pedro  es  que el primero pasa de una desilusión con Jesús a otra desilusión consigo mismo y se suicida. Pedro comienza con la desilusión de Jesús y después da el cambio a la esperanza en su misericordia, en el triunfo del bien sobre el mal, esa esperanza lo lleva a dar la vida así como la dio su maestro.
Entonces la desilusión es parte de nuestra existencia humana. Es la posibilidad de asumir lo real. Lo verdadero de los demás, de nosotros mismo, de toda actividad humana siempre será imperfecta, por lo tanto asumir lo real es saber convivir con el error propio y ajeno. Y ahí en el error es donde podemos encontrarnos con lo más bello de la semana santa, con lo más bello que Dios tiene para regalarnos todas las semanas de nuestra existencia; su infinita comprensión y misericordia, es decir su desbordante amor.
Todos los seres humanos nos desilusionamos, la diferencia está en encarnarnos en Judas: continuar desilusionados; o ser un Pedro más: buscar, dejarnos encontrar por alguien que nos devuelva la esperanza, en el amor, en el otro, en la estructuras en nosotros mismo…

 Nacho

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