"De nuestros miedos
nacen nuestros corajes,
y en nuestras dudas
viven nuestras certezas.
Los sueños anuncian
otra realidad posible,
y los delirios otra razón.
En los extravíos
nos esperan los hallazgos
porque es preciso perderse
para volver a encontrarse"
¿Cuáles son tus certezas actuales? Con esa pauta, pequeña pregunta, empezaba mi preparación para la semana de Ejercicios Espirituales en semana Santa. ¿Cómo puede uno responder a esa pregunta? ¿Cómo vamos construyendo nuestras certezas? ¿Es necesario tenerlas? ¿Qué pasa si hoy siento que nada es seguro?
Todas preguntas que me iba haciendo mientras pensaba y rezaba la pauta. He ahí mi primera certeza: Dios está aquí, a pesar de todas las nubes que puedan cubrir el cielo, o de la oscuridad más profunda e intensa, Dios siempre está ahí. Lo presiento, esa sensación de que hay algo que me impide tocar fondo, no importa cuan turbio esté todo, exista esa Luz, por tenue que sea, que me sostiene en lo más profundo. Y es que sucede que cuando todo se nos viene abajo, hasta las certezas que pensábamos las más sólidas, no lo son tanto.
Esta semana de Ejercicios, de días de oración intensa y a la vez de paz, me volvieron a encontrar con mis certezas más profundas. Eso que dice Galeano, de que cada tanto uno tiene que perderse para volver a encontrarse. O como propone San Ignacio, de desarmarse para volver a armarse pero más ordenadamente. Y en ese armarse, que es como una limpieza profunda de casa, poder elegir mejor lo que nos es más esencial, y tirar lo que no nos va dejando vivir el proyecto de Dios en nuestra vida.
Oración: Gastar la vida
Jesucristo ha dicho: "Quien quiera su vida, la perderá;
y quien la gaste por mí, la encontrará en la vida eterna ".
Pero, a nosotros nos da miedo gastar la vida, entregarla sin reservas.
Un terrible instinto de conservación nos encierra en el egoísmo,
y nos atenaza cuando queremos jugarnos la vida.
En todas partes, Tenemos seguros para ahorrarnos los riesgos ...
Y, sobre todo, somos cobardes ...
Señor Jesús, nos da miedo gastar la vida.
Pero la vida Tú nos la has dado para gastarla;
no se la puede economizar en estéril egoísmo.
Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no paguen;
hacer un favor a aquel que no va a devolver.
Gastar la vida es lanzarse al fracaso, si hace falta, sin falsas prudencias.
es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas que solo tenemos sentido cuando nos quemamos;
solamente entonces seremos luz.
Liberanos de la prudencia cobarde,
que nos hace evitar el sacrificio y buscar la seguridad.
Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos, y falsa teatralidad.
La vida se da sencillamente, sin publicidad, como el agua que se derrama,
como la madre que da el pecho al niño, como el sudor humilde del sembrador.
Entrenanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás de lo imposible,
hay tu gracia y tu presencia. No podemos caer en el vacío.
El futuro es un enigma. Nuestro camino se adentra en la niebla.
Sin embargo, queremos darnos, porque tú estás esperando,
en la noche, con mil ojos llenos de lágrimas.
Luis Espinal
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