"Porque
yo este sin horizonte,
porque mi grupo este en crisis,
no quiere decir que esa
sea la totalidad de la realidad".
Hoy
vi jóvenes enamorados, familias construyendo su casa, deportistas entrenando,
agricultores sembrando, educadores saliendo de su centro de estudio, dos
políticos de distinto partido ocupados
en los más necesitados, una mujer sonreír embarazada, pájaros en sus primeros
vuelos, el parral extendiendo sus guías, la primera estrella en la noche…
La
perdida, la derrota, la equivocación, la soledad, tienen su parte de dolor,
pero siempre serán una nueva oportunidad. La nada no existe, por lo tanto todo
final es el comienzo de algo nuevo. Esa es nuestra esperanza pascual.
Son
dones preciosos, la perseverancia, el volver a comenzar, el abrirse a lo nuevo,
la esperanza en la noche, el perdonarse y perdonar, el mantenerse en búsqueda.
Que
grandioso el don de la fe, en que vamos yendo hacia la muerte, pero esta no
tiene la última palabra, simplemente es el paso al nacer eterno plenamente.
Cuidemos
la vida, reguémosla, y acompañémosla hasta el minuto final de esta vida. Tanto la
vida propia, la vida del prójimo, la vida de la casa común, y la vida de
nuestras relaciones y organizaciones.
Todo
pasa, paso el ayer, está pasando el hoy, pasara el mañana. Hay que reconocer
que todo va muriendo, pero nada se pierde, todo se transforma. Va muriendo mi
familia, mis relaciones, mi grupo. Por momento nos acusamos, o
responsabilizamos a otros de esas muertes, y la verdad que a todo le llega su
hora, nada es eterno en esta vida.
Y
reitero, la nada no existe,
por lo tanto toda muerte, todo final es un nuevo
nacer,
un nuevo comienzo de algo nuevo.
Los que ponen su confianza en sí mismo, en su
poder, en su dinero se creen eternos. Quizás tiene la posibilidad de mayores
gozos, pero ante una enfermedad, una sorpresa, ante la aproximación de la
muerte tiemblan…
Los
pobres, conviven con la pérdida, las muertes, y por eso hacen fiesta ante algo
nuevo. El encuentro con los pobres, enfermos, ancianos, niños, nos da la
posibilidad de alimentar nuestra esperanza. Ellos saben que después de la noche
siempre vendrá un amanecer.
No
tengamos miedo a morir, a que muera lo nuestro. No somos defensores de nuestro
ego, ni de estructura alguna. Somos vida, cuidadores de la vida.
Salgamos
de nuestra casa, de nuestro grupo, caminemos por otros lugares, hacia abajo,
ahí nos espera El, el señor de la vida, para alimentarnos, para pedirnos una
mano en su cuidado.
Y
después hay que discernir si es voluntad del señor de la vida: ser levadura de
esperanza y transformación en nuestro grupo de pertenencia, o el señor de la
vida nos invita a arriesgar y buscar odres nuevos para el vino nuevo…
Nacho
(Del
encuentro entre sacerdotes diocesanos en Lago 1/ 10 / 2015)
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