Imagínense que ha de ser para los nuevos citados al plantel. Sin duda sentirán un orgullo y una responsabilidad inmensa. Imagínense el sentimiento de sus padres, hermanos, parientes, esposas, hijos, novias... compañeros de escuela.
Imagínense a los niños cuando practican baby futbol, la ilusión que tienen cuando ven un partido por televisión o en el estadio, la ilusión de un día estar ahí...
Con las salvedades que pueda tener me atrevo a decir que «el sentir Celeste» es un modo de espiritualidad hoy entre los uruguayos.
Algo que supera el ambiente futbolístico y algo que nos lleva más allá... El país se detiene a la hora del partido y explota de alegría en cada gol a favor. En las caravanas cantan las bocinas acompañando a «Uruguay nomás», compar-tiéndose mil abrazos con amigos y desconocidos. Sin faltar el asado y la bebida.
Es una espiritualidad semejante a las grandes Espiritua-lidades que impulsa a la unidad, al bien común, a ser familia con todos los que estén en la misma.
El Espíritu se las ingenia para actuar de las maneras más diversas en favor de la humanidad. En tiempos donde el materialismo y la imposición de la inseguridad - el miedo por parte de los señores de traje y corbata que busca el descreimiento en el vecino, el enfrentamiento entre los distintos y el desprecio a los adolescentes y jóvenes, el Espíritu de Dios se las ingenia para juntarnos superando los miedos en un mismo sentimiento.
Bendito Fútbol
que logra lo que las religiones intentan pero a veces no logran. Hay muchos religiosos que están poseídos por el espíritu del «miedo» del «individualismo» del «consumismo» del «pesimismo» sus rostros no trasmiten esperanza, ni alegría por lo tanto no invitan a ser parte de su Iglesia. Sus reflexiones son apocalípticas diciendo que la juventud está perdida y las familias sin valores. Viven anclados en su pasado y no son capaces de percibir la presencia del Espíritu Santo HOY en medio nuestro.
Bendita persona que es capaz de ver, oír, creer en la suave briza del Dios de la Vida, en un niño, un pequeño gesto de solidaridad, en algo que se comparte, en los diferentes servicios, en un buen canto, un chiste, un encuentro, en la lluvia, en una noche de luna... en la celeste.
Dios continuamente nos está invitando a ser parte de su presencia, a integrar su equipo de juego, ofreciéndonos su dirección técnica y mantenernos con esperanza incluso en el dolor, la ijustici o la perdida...
Felices los que son capaces de dejar otros equipos que no apuestan al bien común.
Felices los que dejan de escuchar las voces mundanas excluyentes y destructoras que adoran a dios dinero... El Verdadero Dios es familia incluyente.
(Mateo 28, 16 - 20)
No hay comentarios:
Publicar un comentario