miércoles, 26 de febrero de 2014

No se puede servir a Dios y al dinero.

    Sin duda que las palabras de Jesús fueron dichas en un contexto cultural muy diferente al nuestro. No existía el multi empleo, la comida era pensada para saciar el hambre y hacer fiesta sin el agregado de hoy de la preocupación por la estética, la salud. El mirar el vuelo de los pájaros y contemplar, regalar flores eran los signos más comunes de libertad y amor, hoy  particularmente en las ciudades esto no es tan frecuente.

Hoy todas las posibilidades son mucho mas variadas, en cuanto al trabajo, alimentación y relaciones humanas. El gran supermercado nos da mayor posibilidad de elegir lo mejor entre muchas ofertas, pero también se nos presenta la posibilidad de adquirir de más o no elegir lo mejor. Esta es nuestra realidad de Hoy.



   
Jesús nos dice que no podemos servir a dos señores… porque nos interesaremos por el primero y despreciaremos el segundo. No se puede servir a Dios y al dinero. Por eso les digo no se inquieten por su vida, por la comida, por el cuerpo, por el vestir… Busquen primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana, el mañana se inquietará por si mismo. A cada día le basta su aflicción. (Mateo 6, 24-34)


     Aprendiendo de mi madre, veo que antes de ir al supermercado, medita lo que necesita, lo que quiere comprar y a veces hace una lista para no olvidarse. Todo lo calcula según el dinero que tiene y sobre las personas que se van a beneficiar con las compras. Cuando el supermercado es conocido, entra directo a comprar los artículos de primera necesidad, recién después de esto a veces compra algún “artículo extra”.




    Esto me ayuda cada noche, después de recoger las fotos del día, doy una mirada al día de mañana junto a la palabra bíblica. En el mate mañanero entre silencio y noticia retomo la agenda del día: 
¿Qué haré? ¿Qué prioridades pondré? Siempre con un margen para lo imprevisto y también cuando es posible hacer espacio para “un dulce”. Cuando uno se conoce y más o menos conoce a los demás, sabe con cuanto cuenta y de que carece.

     Asumir la realidad tal cual es, es no andar detrás de “debería ser”  “me gustaría que”… Es en la realidad real que puedo ser feliz, libre y amar. Es en ella que Jesús nos invita a aportar en la construcción de su reino y su justicia según las posibilidades reales personales y del entorno. Dios “ara con los bueyes que tiene” y  produce una gran cosecha cuando nos ponemos en sus manos. Es aquí y ahora, siendo lo que soy y con estos prójimos, que puedo ser amado y amar.
Nacho 

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