miércoles, 5 de febrero de 2014

“Ustedes son la sal de la tierra..."


 "La persona más influenciable 
con la que hablarás todo el día eres tú.
Ten cuidado entonces acerca de lo que dices
 a ti  mismo”. 
Zig Ziglar

VER:
        Sin  duda que todos fuimos marcados positivamente o negativamente desde el vientre de nuestra madre. Desde ser un niño deseado a ser un cambio de planes familiares.
Luego en los primeros años de vida donde somos casi totalmente aprendices escuchamos comentarios y afirmaciones que dicen otros de cómo somos e incluso nos pronostican como seremos.
Es fundamental conocer lo que dijeron de nosotros para desprogramarnos de las imágenes que nos han fomentado. Pero a su vez también ser sinceros con nosotros mismos sobre que imagen nos gusta ofrecer a los demás.

ILUMINAR:
       Jesús dijo a sus discípulos  “ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la sima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así ha de brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que esta en el cielo”. (Mateo 5, 13 – 16)
 ACTUAR:
      Las personas sentían que se podían acercar a Jesús con sus lepras, cegueras y pecados. Misteriosamente ante su mirada, en el encuentro físico, o entablar un diálogo las personas se desprogramaban encontrándose consigo mismas. La mirada, los gestos y las palabras de Jesús eran de aceptación de misericordia, de Fe en el otro. El deseo de Dios es que encontremos nuestro propio sabor, que seamos nuestra luz, en una relación de compartirnos con los demás. 
 
Si bien mucho depende de nosotros mismos, es bueno y necesario encontrarnos con personas, espacios que nos permitan ser lo que somos. Dios nos da una mano a través de los grupos de auto ayuda, oración, sanción. El espíritu de Jesús también se manifiesta en los profesionales que aportan desde la psicología, psiquiatría.
Las comunidades cristianas, las experiencias de campamentos, retiros, pastorales si tienen a Jesús como centro: la escucha su palabra, sus gestos, nos cambia la mirada a nosotros mismos y a los demás, aceptando nuestros límites, potenciando nuestros dones. Esto fue lo que vivimos en el III campamento Teológico en Lago Merín.
Nacho



























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