Como seres humanos en toda nuestra existencia tenemos
necesidades, entre ellas una que nos acompaña toda la vida es la necesidad de
SER RECONOCIDOS. En la niñez y en la adolescencia somos muy marcados por como
los demás nos identifican, y por los acentos en nuestra vida que remarcamos
para que nos identifiquen con eso. Lo físico, algo que sale de lo común o de la
medida social es objeto de identificación: el rengo, el gordo, el petiso, el
visco, el pelado, el feo… También a veces se resalta algo del carácter: el
alegre, inquieto, amargado, quejoso… O sobre las actividades: ya sea que nos
identifican por el trabajo que realizamos, por el título académico, por el
deporte que practicamos, por como lo hacemos si es con éxito y responsabilidad
o de manera contraria. Y también sobre nuestra manera de relacionarnos: tímido,
chismoso, mentiroso, enamorado, amiguero, dependiente, liberal, servicial…
Jesús fue reconocido desde su nacimiento y lo seguimos
reconociendo como el que nació en el pesebre. Después tuvo una vida junto a su
familia, su pueblo, vida de trabajo que le dio ciertos reconocimientos “el
Nazareno, el hijo de José, el carpintero”. En su etapa madura, se identifica
como el “que es” y acentúa su misión liberadora, como camino verdad y vida, sin
ocultar el sufrimiento, rechazo, muerte, que le posibilita anunciar lo
primordial que es la resurrección y vida eterna. Algo central de su práctica y
predicación es la liberación de los demás, liberación de las programaciones y
estereotipo impuesta y asumida.
Todo esto lo hace de manera descentrado de si
mismo, sin buscar reconocimiento e incluso insistiendo para que no hablen de
El. La clave de esta actitud servicial y humilde es la relación trascendente
que tenía con su Padre y Madre Dios, por ellos se sentía PLENAMENTE AMADO, ante
ellos se sentía reconocido, a ellos quería servir y complacer. Eso le daba una
libertad en su actuar siendo humilde ante los reconocimientos humanos y
continuar adelante ante las voces contrarias incluso actuado libre ante la ley
y poderosos.
En este tiempo de cuaresma es tiempo de encontrarnos con la
verdad, solo asumiendo donde estamos podemos dar un paso hacia adelante.
- ¿Por
qué me reconocen?
- ¿En qué me esfuerzo para que me reconozcan?
- ¿De quién/es
busco reconocimiento?
El amor todo lo puede, si realmente puedo dejarme amar por
el Dios que me ama así como estoy siendo, al sentirme amado, me reconozco como
perteneciente a alguien y eso me lleva a dar pasos de libertad ante necesidades
de ser reconocido, impulsándome a ayudar a que los demás se descubran hijos muy
amados por Dios Padre y Madre, para que todos nos pongamos en un caminar de
liberación. Lo que significa dejar algunos Egipto, caminar por desiertos y a
veces no pisar la tierra prometida en esta vida…
Nacho
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