miércoles, 26 de marzo de 2014

EL AMOR ME HACE VER...

     Como seres humanos en toda nuestra existencia tenemos necesidades, entre ellas una que nos acompaña toda la vida es la necesidad de SER RECONOCIDOS. En la niñez y en la adolescencia somos muy marcados por como los demás nos identifican, y por los acentos en nuestra vida que remarcamos para que nos identifiquen con eso. Lo físico, algo que sale de lo común o de la medida social es objeto de identificación: el rengo, el gordo, el petiso, el visco, el pelado, el feo… También a veces se resalta algo del carácter: el alegre, inquieto, amargado, quejoso… O sobre las actividades: ya sea que nos identifican por el trabajo que realizamos, por el título académico, por el deporte que practicamos, por como lo hacemos si es con éxito y responsabilidad o de manera contraria. Y también sobre nuestra manera de relacionarnos: tímido, chismoso, mentiroso, enamorado, amiguero, dependiente, liberal, servicial…
     Jesús fue reconocido desde su nacimiento y lo seguimos reconociendo como el que nació en el pesebre. Después tuvo una vida junto a su familia, su pueblo, vida de trabajo que le dio ciertos reconocimientos “el Nazareno, el hijo de José, el carpintero”. En su etapa madura, se identifica como el “que es” y acentúa su misión liberadora, como camino verdad y vida, sin ocultar el sufrimiento, rechazo, muerte, que le posibilita anunciar lo primordial que es la resurrección y vida eterna. Algo central de su práctica y predicación es la liberación de los demás, liberación de las programaciones y estereotipo impuesta y asumida. 
    Todo esto lo hace de manera descentrado de si mismo, sin buscar reconocimiento e incluso insistiendo para que no hablen de El. La clave de esta actitud servicial y humilde es la relación trascendente que tenía con su Padre y Madre Dios, por ellos se sentía PLENAMENTE AMADO, ante ellos se sentía reconocido, a ellos quería servir y complacer. Eso le daba una libertad en su actuar siendo humilde ante los reconocimientos humanos y continuar adelante ante las voces contrarias incluso actuado libre ante la ley y poderosos.
     El texto bíblico de hoy demuestra todo esto: el deseo que un hombre identificado por su discapacidad visual, se integre a la sociedad como persona humana. Le propone un modo de curarse,  lo envía a la fuente donde la gente buscaba curaciones para que todo se centre en la persona liberada que buscó y quiso ser curado y no en el liberador. Es acusado de transgredir la ley. (Juan 6, 6 - 38)

 En este tiempo de cuaresma es tiempo de encontrarnos con la verdad, solo asumiendo donde estamos podemos dar un paso hacia adelante.
- ¿Por qué me reconocen? 
- ¿En qué me esfuerzo para que me reconozcan? 
- ¿De quién/es busco reconocimiento?



El amor todo lo puede, si realmente puedo dejarme amar por el Dios que me ama así como estoy siendo, al sentirme amado, me reconozco como perteneciente a alguien y eso me lleva a dar pasos de libertad ante necesidades de ser reconocido, impulsándome a ayudar a que los demás se descubran hijos muy amados por Dios Padre y Madre, para que todos nos pongamos en un caminar de liberación. Lo que significa dejar algunos Egipto, caminar por desiertos y a veces no pisar la tierra prometida en esta vida…
Nacho

No hay comentarios:

Publicar un comentario