He tenido la gracia de viajar por la Patria Grande, de Sur a Sur, entre tantas sorpresas una que me impactó fue en la cultura Guaraní. Me sorprende el lugar preferencial que tienen los abuelos en la comunidad, como portadores de la sabiduría histórica, como consejeros para el presente y videntes del futuro. Los abuelos en general tienen sus raíces en sus abuelos, en plena sintonía con la naturaleza. Es increíble como trasmiten saberes y como dicen que se mantienen en comunión con los antepasados… Es maravilloso presenciar su relación con el viento, el agua, los animalitos, la lluvia, el fuego, la noche, el sol, la tierra...los espíritus.
Pero si todo esto fue
sorpresa para mi formado “racionalmente y en la ciudad”, algo que culturalmente
no me imaginaba es su manera de ver el futuro. Las culturas indígenas en
general son existenciales “viven el aquí y el ahora”, por eso el capitalismo
del acumular pocas veces los ha hecho progresar en el acumular… Pero en el aquí
y ahora, hay que ver la siembra del año próximo, hay que ver el crecimiento de
los niños, hay que ver la vida de los ancianos, el casamiento de los jóvenes,
hay que ver lo que nosotros llamamos Futuro. Y que para nosotros muchas veces
se transforma en el centro de nuestra existencia: estudiamos pensando en el día
del trabajo, trabajamos pensando en el día de descanso o la jubilación,
sobrevivimos con miedo a la muerte… vivimos para que llegue el futuro o
preocupados por el...
Los Guaraníes, según dicen los antropólogos, no tienen una mirada del futuro como la nuestra. Recurren a los abuelos, recurren al camino ya recorrido, a los sueños, recurren a la sabiduría del pasado para vislumbrar y soñar el mañana…
Los Guaraníes, según dicen los antropólogos, no tienen una mirada del futuro como la nuestra. Recurren a los abuelos, recurren al camino ya recorrido, a los sueños, recurren a la sabiduría del pasado para vislumbrar y soñar el mañana…
Hace muchos años deseaba
hacer un viaje: soñaba con ir a conocer
la tierra de mis abuelos, donde nació mi madre. Intuía que había un tesoro a
descubrir. Esta semana realizamos el viaje al campo, a Rincón de los Coroneles,
después del puente de Amarillo en el departamento de Cerro Largo. El viaje en
un auto y una camioneta ya fue “un regalo”. Mi mama presente con 84 años. Dos hijos de la única tía viva, con 98 años a
cumplir la semana próxima. Esto primos volaron cuando jóvenes e hicieron su
nido, tienen sus hijos y nietos en EEUU. Otros compañeros de viaje eran hijos
de tías y tíos que ya han hecho el viaje hacia el más haya… Estos primos
algunos volaron cuando niños hacia la ciudad - Melo, otros volaron hacia la
capital – Montevideo y otros se quedaron en el campo. Incluyéndome a mí que
hemos tenido la gracia de volar por el Sur.
El viaje fue con la música
de las anécdotas de cuando éramos “chicos”. De mi quedaron en la memoria
algunas como: que una vez me bajé del caballo y me preguntaron porque… yo
respondí que para andar más rápido; porque
en mi primera monta fue con caída, porque le pusieron un palo en la verija de
la yegua y desesperada corrió y me volteó, entonces nunca logre superar el
golpe y andaba más rápido siendo deportista corriendo a pie que a caballo.
Mejor suerte tuve en Bolivia, donde me dieron un burro para montar, esperaban
que me iba a tirar, pero este se portó muy bien y galopamos de lo lindo. Otra
anécdota es cuando con 9 años me escape de casa en bicicleta para pasar una
semana de turismo con los tíos, como lo hacíamos todos los años, pero ese año
por duelo mi Madre, al principio habían dicho que no iríamos… pero cuando
desesperada me fue a buscar se quedó la semana descansando en el campo. Y la
otra que contaban a carcajada era de una cacería de carpincho, donde me dieron
un revolver para cuidar en una parte de una laguna, cuando el bichito apareció,
le saque una foto con las máquinas de rollo que hacían Clip, y el bichito se
escapó, pero les mostraba con alegría la foto, casi me mataron…
Cuando llegamos al
almacén, un primo recordaba con nostalgia, cuando su padre que era pedrero, les
compraba caramelos. El caramelo de leche se partía en cuatro y había que
saborearlo sin masticarlo por un buen rato. Que delicia, emocionado recordaba
el primo… Ni que hablar cuando para todos los hermanos se compraba una botella
de naranjita, refresco, de medio litro.
La botellita pasaba de mano en mano de boca en boca y había que saborearla al
máximo, controlando que nadie tomara un trago muy grande, solo había que mojar
los labios para que diera para toda la tarde de fiesta o velorio…
Y ahí nos encontramos con los moldes en la tapera de un vecino, los moldes de hacer los cajones de tabla, para los entierros…
Y ahí nos encontramos con los moldes en la tapera de un vecino, los moldes de hacer los cajones de tabla, para los entierros…
Del paisaje nos sorprendía
lo despoblado del campo, la invasión de las forestales, el tamaño mayor del
ganado, la escases de chacras, la mejora de los caminos, el tránsito en cuatro
por cuatro los patrones y en moto los empleados. El aire puro invitaba a ser
respirado a pulmón abierto. Las cañadas con agua dulce y cristalina atraían a
los peregrinos. El viento de las cuchillas hacia brotar recuerdos que invitaban
a largos silencios con la vista puesta en el horizonte, en alguna tapera, en un
bosque…
Llegamos al lugar de la
casa de los abuelos. No quedaba nada más que una tierra despareja, que
suponemos que eran las paredes caídas transformadas en tierra ya que
antiguamente eran de barro y paja. Cada cual procesó el encuentro de distinta
manera…
Caminábamos lentamente por
el lugar, teniendo como guía al primo campesino- aquí estaba la cocina, aquí
era el galpón, aquí era el cuarto… era del tamaño del galpón. Es bueno aclarar
que los hermanos de mi madre eran 15. Si bien dos partieron pequeñitos y cuando
mi madre nació, siendo la última, los hermanos mayores ya eran peones de
estancia y las hermanas mayores ya habían ido a trabajar de sirvientas a la
ciudad o a la capital, siempre en la casa de los abuelos la olla, la mesa, y el
cuarto fue para muchos… La casa era la cocina, el cuarto y el galpón. El baño
era el monte cercano o la chacra si había maíz grande.
Lo otro que intentaron
ubicar enseguida fue la cachimba del agua, que según decían estaba llena de
encuentros familiares, entre vecinos e incluso de algún amor… Me recordaban los
pozos de agua del evangelio. Más abajo estaba el monte, y el Río Tacuarí. Las
palabras Guaraníes son huellas de tiempos primeros…
Mirando la otra orilla los
relatos no se hicieron esperar, desde pescas, inundaciones, caserías, acampadas
hasta las idas y venidas para realizar algún encuentro de noviazgo... Las
claves de encuentro en el monte era el canto de algún pájaro, y si te robaban
la contraseña, te podían robar el amor o al menos arruinarte la fiesta. En
aquellos tiempos, las flores y los perfumes para las mujeres eran los
regalos, la comida y alguna prenda de
vestir eran los atractivos del hombre. También se hablaba de feas, feos,
princesas y requeridos, tenían mucho que ver con el trabajo, los dientes, el
color de la piel, la situación económica. Las personas de piel negra eran de
muy bajo valor, también las flacas y los flojos para el trabajo. Los bailarines
tenían su aprecio aparte, junto con las buenas cocineras.
La adolescencia y juventud eran tiempos de
tempestades y locuras. Pero también siempre existía algún viejo verde o vieja
que amamantaba guachos… El sueño de la familia estaba en el corazón de todos,
el respeto y el trabajo eran los valores más aconsejados. El patrón, el
comisario y la maestra, eran las personalidades que siempre tenían la verdad,
eran casi semidioses, con derecho a todo…
Y de regreso llegamos a la
escuela que hoy está muy linda, ubicada en el mismo lugar de hace 100 años. Un
primo reconoció un ceibo que plantaron con su maestra. Contaban los kilómetros que había que hacer a
pie, a caballo, o en agrupa para llegar siendo niños. Los primeros en llegar tenían a veces la merienda de una
media galleta de campaña. La cual se compartía entre hermanos y cuando se había
desayunado, incluso se guardaba un pedacito para llevar a la madre.
El salón impecable de la
escuela con una maestra amiga de mi juventud, la señora que cocina me alegró al
comentar que todos los domingos escucha la misa por radio, la misa de nuestra
parroquia y que quería conocerme porque sabía que ahí estaban mis raíces junto
a las suyas. Tres niñas son las alumnas de jardinera a sexto año… Mi madre
contaba que en sus tiempos eran 150, la mayoría de primero a tercero ya que
cuando el varoncito sacaba cuerpo lo llamaban marica si no se iba de peón de
estancia o al monte a hacer carbón. Las niñas dejaban la escuela para ayudar en
la casa o irse a la ciudad, a la casa de
una hija o hijo del patrón como aprendiz de sirvienta. Por ser aprendiz solo
correspondía la comida y algo de ropa. Los patrones ayudaron mucho a formar a
los hijos de los campesinos… comentaban.
El regreso fue más en
silencio… cada uno traía su tesoro encontrado. Nuestros abuelos no dejaron
escondidas pepitas de oro, pero si “su
lugar en el mundo y 16 hijos”. Su lugar: el de los pobres y trabajadores, no el
de los explotadores y enriquecidos con la sangre de otros. Nos dejaron un
apellido limpio…
En mi familia como en toda
familia numerosa, se han dado los vuelos hacia los seis rumbos del universo.
Los vuelos cercanos en este caso los que quedaron a la vuelta del nido de
nacimiento en el campo. Los vuelos al más allá, pasando por la muerte. El vuelo
hacia la ciudad más cercana. El vuelo hacia la capital del País. Y los vuelos
hacia el Norte ya sean EEUU o Europa. Estos tres vuelos del campo hacia centros
poblados fueron en búsqueda del pan. Y todos dijeron que partieron con el deseo
de trabajar, hacer un poco de dinero y volver… ninguno volvió.
Los primos de Norteamérica
comentaban que ya son otros, especialmente en cuanto a las comodidades, a la
limpieza, a la cultura… Alguien decía que se sentía muy inseguro al no tener un
médico, ni siquiera una policlínica cerca… Si bien la luz va llegando, ya que
Uruguay es el país con mayor red de electrificación nacional, el agua sigue
siendo de cachimba y el río con algún sapo o pescado a la vista, esto la hace
intomable, no pasaba por la garganta de algún primo educado en la ciudad.
El sexto vuelo fue el que
me toco y quiero seguir eligiendo: el vuelo por “ los Sures”, que para nada
coinciden con la búsqueda de dinero.Toda cultura, todo grupo humano, toda persona, tiene semejantes, tiene otros que están al norte es decir "arriba" y tiene a otros al Sur es decir "mas abajo", mas excluido, mas empobrecido... El sur es el lugar que algunos que están ahí se quieren ir y que muchos no piensan que seria una desgracia habitar ahí, con los de ahí...
Los seis vuelos siempre son acompañados por el
Espíritu del Colibrí. En unos más visibles, más reconocidos, ya que hay
educaciones que no distinguen entre el canto de una chicharra y el del Benteveo.
Hay lugares donde el perro vive en la casa y el vecino es un desconocido y a
veces el posible enemigo…
La verdad es que solo me queda agradecer por este viaje, que es un mirar lo andado, es un encuentro con los abuelos, que da sabiduría para elegir sobre el presente y el futuro. Hay muchos de nosotros “los sobrinos, primos, los hijos, los nietos” que tenemos la posibilidad de elegir que vuelo emprendernos: quedar a la vuelta del nido, dar un salto a otra ciudad en búsqueda de mejorar, irnos al norte... o preguntarnos cuales son “los sures” las Galileas que nos convocan donde Él nos espera…
La verdad es que solo me queda agradecer por este viaje, que es un mirar lo andado, es un encuentro con los abuelos, que da sabiduría para elegir sobre el presente y el futuro. Hay muchos de nosotros “los sobrinos, primos, los hijos, los nietos” que tenemos la posibilidad de elegir que vuelo emprendernos: quedar a la vuelta del nido, dar un salto a otra ciudad en búsqueda de mejorar, irnos al norte... o preguntarnos cuales son “los sures” las Galileas que nos convocan donde Él nos espera…
Deseo de corazón que el
último vuelo hacia el más allá sea desde un Sur, junto a los del Sur como lo
fueron mis abuelos. Quizás San Agustín
diría: El tiempo de la juventud es el tiempo de probar muchos vuelos, en todos
algo se puede aprender y fecundar, hasta que llega un día donde emprendemos un
vuelo sin regreso ya dispuestos al último vuelo eligiendo junto a quienes
queremos vivir y por quienes queremos compartir el último aliento.
Reitero: deseo, me preparo, estoy disponible para ir al
Sur...
Nacho
Nacho
Hola, paseando por internet me encontré a imagen del colibrí que muestras en tu post, me encantaría saber más del significado de tu imagen
ResponderEliminarSaludos!!
Hola Luz de luna! Al parecer esa imagen de colibrí es una representación de los aztecas. Cada etnia indígena tiene un lugar especial para los colibries, se dice que para los aztecas era quien guiaba y protegía a los guerreros. Así como para los mayas los colibríes llevaban los buenos pensamientos y sentimientos de un lado hacia otro, como mensajeros de buenas noticias.
Eliminarcuales son los 6 rumbos del universo o los vuelos en la 6 direcciones que hace el colibri??
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