sábado, 15 de marzo de 2014

VUELOS HACIA LOS SEIS RUMBOS DEL UNIVERSO


     He tenido la gracia de viajar por la Patria Grande, de Sur a Sur, entre tantas sorpresas una que me impactó fue en la cultura Guaraní. Me sorprende el lugar preferencial que tienen los abuelos en la comunidad, como portadores de la sabiduría histórica, como consejeros para el presente y videntes del futuro. Los abuelos en general tienen sus raíces en sus abuelos, en plena sintonía con la naturaleza. Es increíble como trasmiten saberes y como dicen que se mantienen en comunión con los antepasados… Es maravilloso presenciar su relación con el viento, el agua,  los animalitos, la lluvia, el fuego, la noche, el sol, la tierra...los espíritus.

Pero si todo esto fue sorpresa para mi formado “racionalmente y en la ciudad”, algo que culturalmente no me imaginaba es su manera de ver el futuro. Las culturas indígenas en general son existenciales “viven el aquí y el ahora”, por eso el capitalismo del acumular pocas veces los ha hecho progresar en el acumular… Pero en el aquí y ahora, hay que ver la siembra del año próximo, hay que ver el crecimiento de los niños, hay que ver la vida de los ancianos, el casamiento de los jóvenes, hay que ver lo que nosotros llamamos Futuro. Y que para nosotros muchas veces se transforma en el centro de nuestra existencia: estudiamos pensando en el día del trabajo, trabajamos pensando en el día de descanso o la jubilación, sobrevivimos con miedo a la muerte… vivimos para que llegue el futuro o preocupados por el...                               
Los Guaraníes, según dicen los antropólogos,  no tienen una mirada del futuro como la nuestra. Recurren a los abuelos, recurren al camino ya recorrido, a los sueños, recurren a la sabiduría del pasado para vislumbrar y soñar el mañana…
Hace muchos años deseaba hacer un viaje: soñaba  con ir a conocer la tierra de mis abuelos, donde nació mi madre. Intuía que había un tesoro a descubrir. Esta semana realizamos el viaje al campo, a Rincón de los Coroneles, después del puente de Amarillo en el departamento de Cerro Largo. El viaje en un auto y una camioneta ya fue “un regalo”. Mi mama presente con 84 años.  Dos hijos de la única tía viva, con 98 años a cumplir la semana próxima. Esto primos volaron cuando jóvenes e hicieron su nido, tienen sus hijos y nietos en EEUU. Otros compañeros de viaje eran hijos de tías y tíos que ya han hecho el viaje hacia el más haya… Estos primos algunos volaron cuando niños hacia la ciudad - Melo, otros volaron hacia la capital – Montevideo y otros se quedaron en el campo. Incluyéndome a mí que hemos tenido la gracia de volar por el Sur.
El viaje fue con la música de las anécdotas de cuando éramos “chicos”. De mi quedaron en la memoria algunas como: que una vez me bajé del caballo y me preguntaron porque… yo respondí que para andar más rápido;  porque en mi primera monta fue con caída, porque le pusieron un palo en la verija de la yegua y desesperada corrió y me volteó, entonces nunca logre superar el golpe y andaba más rápido siendo deportista corriendo a pie que a caballo. Mejor suerte tuve en Bolivia, donde me dieron un burro para montar, esperaban que me iba a tirar, pero este se portó muy bien y galopamos de lo lindo. Otra anécdota es cuando con 9 años me escape de casa en bicicleta para pasar una semana de turismo con los tíos, como lo hacíamos todos los años, pero ese año por duelo mi Madre, al principio habían dicho que no iríamos… pero cuando desesperada me fue a buscar se quedó la semana descansando en el campo. Y la otra que contaban a carcajada era de una cacería de carpincho, donde me dieron un revolver para cuidar en una parte de una laguna, cuando el bichito apareció, le saque una foto con las máquinas de rollo que hacían Clip, y el bichito se escapó, pero les mostraba con alegría la foto, casi me mataron…
Cuando llegamos al almacén, un primo recordaba con nostalgia, cuando su padre que era pedrero, les compraba caramelos. El caramelo de leche se partía en cuatro y había que saborearlo sin masticarlo por un buen rato. Que delicia, emocionado recordaba el primo… Ni que hablar cuando para todos los hermanos se compraba una botella de naranjita, refresco, de  medio litro. La botellita pasaba de mano en mano de boca en boca y había que saborearla al máximo, controlando que nadie tomara un trago muy grande, solo había que mojar los labios para que diera para toda la tarde de fiesta o velorio… 
Y ahí nos encontramos con los moldes en la tapera de un vecino, los moldes de hacer los cajones de tabla, para los entierros…
Del paisaje nos sorprendía lo despoblado del campo, la invasión de las forestales, el tamaño mayor del ganado, la escases de chacras, la mejora de los caminos, el tránsito en cuatro por cuatro los patrones y en moto los empleados. El aire puro invitaba a ser respirado a pulmón abierto. Las cañadas con agua dulce y cristalina atraían a los peregrinos. El viento de las cuchillas hacia brotar recuerdos que invitaban a largos silencios con la vista puesta en el horizonte, en alguna tapera, en un bosque…
Llegamos al lugar de la casa de los abuelos. No quedaba nada más que una tierra despareja, que suponemos que eran las paredes caídas transformadas en tierra ya que antiguamente eran de barro y paja. Cada cual procesó el encuentro de distinta manera…
Caminábamos lentamente por el lugar, teniendo como guía al primo campesino- aquí estaba la cocina, aquí era el galpón, aquí era el cuarto… era del tamaño del galpón. Es bueno aclarar que los hermanos de mi madre eran 15. Si bien dos partieron pequeñitos y cuando mi madre nació, siendo la última, los hermanos mayores ya eran peones de estancia y las hermanas mayores ya habían ido a trabajar de sirvientas a la ciudad o a la capital, siempre en la casa de los abuelos la olla, la mesa, y el cuarto fue para muchos… La casa era la cocina, el cuarto y el galpón. El baño era el monte cercano o la chacra si había maíz grande.
Lo otro que intentaron ubicar enseguida fue la cachimba del agua, que según decían estaba llena de encuentros familiares, entre vecinos e incluso de algún amor… Me recordaban los pozos de agua del evangelio. Más abajo estaba el monte, y el Río Tacuarí. Las palabras Guaraníes son huellas de tiempos primeros…
Mirando la otra orilla los relatos no se hicieron esperar, desde pescas, inundaciones, caserías, acampadas hasta las idas y venidas para realizar algún encuentro de noviazgo... Las claves de encuentro en el monte era el canto de algún pájaro, y si te robaban la contraseña, te podían robar el amor o al menos arruinarte la fiesta. En aquellos tiempos, las flores y los perfumes para las mujeres eran los regalos,  la comida y alguna prenda de vestir eran los atractivos del hombre. También se hablaba de feas, feos, princesas y requeridos, tenían mucho que ver con el trabajo, los dientes, el color de la piel, la situación económica. Las personas de piel negra eran de muy bajo valor, también las flacas y los flojos para el trabajo. Los bailarines tenían su aprecio aparte, junto con las buenas cocineras.
La adolescencia y juventud eran tiempos de tempestades y locuras. Pero también siempre existía algún viejo verde o vieja que amamantaba guachos… El sueño de la familia estaba en el corazón de todos, el respeto y el trabajo eran los valores más aconsejados. El patrón, el comisario y la maestra, eran las personalidades que siempre tenían la verdad, eran casi semidioses, con derecho a todo…
Y de regreso llegamos a la escuela que hoy está muy linda, ubicada en el mismo lugar de hace 100 años. Un primo reconoció un ceibo que plantaron con su maestra.  Contaban los kilómetros que había que hacer a pie, a caballo, o en agrupa para llegar siendo niños. Los primeros en  llegar tenían a veces la merienda de una media galleta de campaña. La cual se compartía entre hermanos y cuando se había desayunado, incluso se guardaba un pedacito para llevar a la madre.
El salón impecable de la escuela con una maestra amiga de mi juventud, la señora que cocina me alegró al comentar que todos los domingos escucha la misa por radio, la misa de nuestra parroquia y que quería conocerme porque sabía que ahí estaban mis raíces junto a las suyas. Tres niñas son las alumnas de jardinera a sexto año… Mi madre contaba que en sus tiempos eran 150, la mayoría de primero a tercero ya que cuando el varoncito sacaba cuerpo lo llamaban marica si no se iba de peón de estancia o al monte a hacer carbón. Las niñas dejaban la escuela para ayudar en la casa o irse a la ciudad,  a la casa de una hija o hijo del patrón como aprendiz de sirvienta. Por ser aprendiz solo correspondía la comida y algo de ropa. Los patrones ayudaron mucho a formar a los hijos de los campesinos… comentaban.
Mi madre se sentó en una silla para los alumnos y se la veía  disfrutar. Después nos contó que antes había bancos para dos, dónde se sentaban tres o cuatro entre hermanos y los que llegaban tarde se sentaban en un tronco de eucalipto.
El regreso fue más en silencio… cada uno traía su tesoro encontrado. Nuestros abuelos no dejaron escondidas  pepitas de oro, pero si “su lugar en el mundo y 16 hijos”. Su lugar: el de los pobres y trabajadores, no el de los explotadores y enriquecidos con la sangre de otros. Nos dejaron un apellido limpio…
En mi familia como en toda familia numerosa, se han dado los vuelos hacia los seis rumbos del universo. Los vuelos cercanos en este caso los que quedaron a la vuelta del nido de nacimiento en el campo. Los vuelos al más allá, pasando por la muerte. El vuelo hacia la ciudad más cercana. El vuelo hacia la capital del País. Y los vuelos hacia el Norte ya sean EEUU o Europa. Estos tres vuelos del campo hacia centros poblados fueron en búsqueda del pan. Y todos dijeron que partieron con el deseo de trabajar, hacer un poco de dinero y volver… ninguno volvió.
Los primos de Norteamérica comentaban que ya son otros, especialmente en cuanto a las comodidades, a la limpieza, a la cultura… Alguien decía que se sentía muy inseguro al no tener un médico, ni siquiera una policlínica cerca… Si bien la luz va llegando, ya que Uruguay es el país con mayor red de electrificación nacional, el agua sigue siendo de cachimba y el río con algún sapo o pescado a la vista, esto la hace intomable, no pasaba por la garganta de algún primo educado en la ciudad.
El sexto vuelo fue el que me toco y quiero seguir eligiendo: el vuelo por “ los Sures”, que para nada coinciden con la búsqueda de dinero.Toda cultura, todo grupo humano, toda persona, tiene semejantes, tiene otros que están al norte es decir "arriba" y tiene a otros al Sur es decir "mas abajo", mas excluido, mas empobrecido... El sur es el lugar que algunos que están ahí se quieren ir y que muchos no piensan que seria una desgracia habitar ahí, con los de ahí...
Los seis vuelos siempre son acompañados por el Espíritu del Colibrí. En unos más visibles, más reconocidos, ya que hay educaciones que no distinguen entre el canto de una chicharra y el del Benteveo. Hay lugares donde el perro vive en la casa y el vecino es un desconocido y a veces el posible enemigo…
La verdad es que solo me queda agradecer por este viaje, que es un mirar lo andado, es un encuentro con los abuelos, que da sabiduría para elegir sobre el presente y el futuro. Hay muchos de nosotros “los sobrinos, primos, los hijos, los nietos” que tenemos la posibilidad de elegir  que vuelo emprendernos: quedar a la vuelta del nido, dar un salto a otra ciudad en búsqueda de mejorar, irnos al norte... o preguntarnos cuales son “los sures” las Galileas que nos convocan donde Él nos espera…
Deseo de corazón que el último vuelo hacia el más allá sea desde un Sur, junto a los del Sur como lo fueron mis abuelos.   Quizás San Agustín diría: El tiempo de la juventud es el tiempo de probar muchos vuelos, en todos algo se puede aprender y fecundar, hasta que llega un día donde emprendemos un vuelo sin regreso ya dispuestos al último vuelo eligiendo junto a quienes queremos vivir y por quienes queremos compartir el último aliento.

 Reitero:  deseo, me preparo, estoy disponible para ir al Sur...
Nacho

3 comentarios:

  1. Hola, paseando por internet me encontré a imagen del colibrí que muestras en tu post, me encantaría saber más del significado de tu imagen
    Saludos!!

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    1. Hola Luz de luna! Al parecer esa imagen de colibrí es una representación de los aztecas. Cada etnia indígena tiene un lugar especial para los colibries, se dice que para los aztecas era quien guiaba y protegía a los guerreros. Así como para los mayas los colibríes llevaban los buenos pensamientos y sentimientos de un lado hacia otro, como mensajeros de buenas noticias.

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  2. cuales son los 6 rumbos del universo o los vuelos en la 6 direcciones que hace el colibri??

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