La mayoría de la humanidad tiene una vida cotidiana
silenciosa. Nace, crece, estudia, trabaja, se enamora, sufre, tiene ciertos
logros y pérdidas, se relaciona en familia y sociedad… muere. Dentro de cada
grupo humano hay personas “que son más visibles”, ya sea por destacarse en algún arte, deporte, política o
servicio. Para todos, hay tiempos donde todo sale con mayor facilidad, otros de
más o menos complicaciones, habiendo tiempos especiales que son de “tomar
decisiones fundamentales”. En esos tiempos buscamos las energías positivas,
deseamos tener cerca buenos amigos y también aparecen las tentaciones…
Aparecen las tentaciones, que son en relación a los más
empobrecidos, a lo milagroso y en
relación al poder. Jesús fue tentado en “usar a los pobres” para transformase
en rey. Tentado a realizar cosas espectaculares para ser reconocido como un
milagrero con la fuerza de Dios. Tentado ha llegar al poder, utilizando
cualquier medio, con la fuerzas ocultas del mal. Jesús venció las tentaciones
dominando su propia carne, sostenido en la palabra bíblica. No llegó al éxito
esperado por muchos, pero al ser libre del prestigio, del poder y del
tener, nos dejó un camino de libertad,
de obediencia al padre y de triunfo sobre la muerte más haya de esta vida…
(Mateo 4, 1-11)
La mayoría de nuestro tiempo es un tiempo vivido en
silencio. La palabra bíblica revelada por Jesús nos da la buena noticia que “lo
cotidiano, es tiempo de Dios.”. Si creemos y valoramos la presencia de Dios
entre nosotros en lo común de cada día, encontraremos un sentido trascendente
grandioso y maravilloso en las realidades, en los encuentros simples de hoy
aquí y ahora. Seremos felices haciendo lo que tenemos que hacer, siendo lo que
realmente somos.
Habrá momentos en nuestra vida “de elección” y ahí seremos
tentados al igual que Jesús en relación a los más empobrecidos, a lo milagroso
y al poder. Todo lo que tengamos que elegir, nos relaciona de manera de “uso”,
de “exclusión”, de “indiferencia” o “cercanía”, solidaridad” con los más
empobrecidos y a los tratados como pecadores. Todo lo que tengamos que elegir
nos pondrá en caminos humanos, a su
tiempo, con otros seres humanos, o realizaciones mágicas, centradas en
complacer a nuestro Yo. Todo lo que tengamos que discernir se nos presentarán
diferentes “medios” para realizarlo, los medios de las tinieblas que dan poder
y los medios de la verdad y la justicia…
Las decisiones ya tomadas, lo que ya hemos realizado no lo
podemos cambiar, pero si nos podemos preparar en este tiempo de cuaresma,
poniendo nuestra persona en manos de nuestro Padre, prepararnos para
“servirlo”, venciendo las tentaciones mediáticas y triunfalistas, servidlo con
nuestras carencias y debilidades, cargando nuestra cruz, y aceptando el
resultado que se de “el camino es la recompensa”.
Nacho
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