No hace mucho tiempo un hombre andaba bastante
perdido. Si bien en lo laboral no le iba tan mal, tenía heridas del pasado y en
el presente afectivamente su vida era un caos… Los días, los meses del año
pasaban en un clima de aburrimiento, por lo cual las adicciones: el alcohol, el
cigarro y el internet se habían apoderado de este amigo.
Desde su trabajo hasta su casa recorría unas
veinte cuadras diariamente. Cada tanto se cruzaba en el camino con alguien
pidiendo una limosna. Una tarde, después de las ocho horas correspondientes de
trabajo ocurrió algo novedoso para esta persona.
Una madre se acerca con su hijo y le pide dinero
para comprar alimentos. Este se detiene, saca unos cambios de su bolsillo y se
los da. La mujer se lo agradece con un tono de voz lleno de ternura y una
sonrisa en sus labios. Nuestro amigo recibe todo aquello y mira al niño.
Preguntándole
- ¿Y tú que quieres?
– Amor, dijo el pequeño.
Después de un breve silencio, que se hizo sentir
eterno… sin palabras para continuar el diálogo, sintió el deseo interior
de tocar al niño. Quizás la inseguridad, los nervios lo pusieron muy incómodo…
continuando la marcha.
Como todas las noches en la soledad de su
apartamento, prendió la tele. Mirando sin prestar atención, bebiendo sin
saborear. El rostro de la mujer y el pedido del niño estaban presentes en su
mente. Se acostó sin la ducha y la cena acostumbrada. Duplicando la dosis
de pastilla para dormir. En toda la noche no pudo descansar…
A la mañana siguiente y en los días siguientes
se levantaba con el propósito y lo cumplía de comprar algo de alimento y algún
dulce para compartir al final del día con aquella madre y su hijo. La relación
fue creciendo con el tiempo, lo que los llevó a estar más tiempos
juntos en aquella esquina. Entre los adultos las vidas se fueron
compartiendo. Y entre nuestro amigo y el niño los gestos y los juegos eran
signo de mutua confianza.
Una tarde, al salir de su trabajo el hombre es
atropellado por un vehículo que le provocó muchas heridas graves dejándolo
inconsciente. Luego de unos días en el CTI, volvió a despertar. El médico le
informó de lo ocurrido y de cómo se había salvado por milagro. El preguntó:
-¿Cuánto
tiempo tendría de internación?
A lo cual le respondieron que si cumplía con lo
indicado, particularmente con la fisioterapia saldría pronto.
Una mañana el médico lo vino a felicitar por el
empeño que ponía para ponerse bien y por la buena relación con los demás
enfermos y el personal de servicio. En tono familiar el profesional le comentó:
“- Se nota que su Espíritu
lo impulsa a ponerse bien para salir de aquí
y
encontrarse con alguien que Ama”.
– Si, por supuesto,
respondió nuestro amigo
con un tono de voz lleno de ternura y una sonrisa en sus labios.
A lo cual el médico agrega
– Enseguida del accidente
se presentó en emergencia una mujer muy pobre con un niño
preguntando por
usted.
Misteriosamente usted necesitaba inmediatamente de una transfusión de
sangre.
Por lo cual le preguntamos a la señora si era familiar y dijo que Sí.
Le
planteamos el problema y ella dijo sin demora estar dispuesta a ser
donante.
Milagrosamente coincidió el tipo de sangre.
Esa mujer le salvó la
vida.
Y el niño le dejó uno unos dulces…”
La
palabra bíblica de este fin de semana nos presenta a Jesús proponiendo a
sus seguidores el modo de encontrar el camino de una vida con verdadero
sentido.
“Si ustedes me Aman cumplirán mis mandamientos.
Y yo rogaré a nuestro
Padre para que les del Espíritu Verdadero”.
No me verán… pero si me Aman, serán
amados por mi Padre,
y yo les amaré y me manifestaré a ustedes”.
(Juan
14,15-21)
Nacho
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