Cuando uno descubre una manifestación de Dios en algún
lugar, si está en búsqueda de Él, está más atento cuando regresa a ese sitio.
Por eso los santuarios naturales o fabricados son tan concurridos: “hay muchos
buscando un encuentro trascendente”. De Jesús he aprendido que su santuario es
“la realidad- la vida cotidiana”.
Con mi madre regresamos al consultorio de Esteban. El cual
tenía pronta la dentadura nueva de arriba para mi mamá y a mí me hizo una
limpieza profunda de algunos dientes que estaban siendo perjudicados en las
raíces mismas de estos.
Como siempre nuestro odontólogo nos va explicando y
consultando sobre cada paso que va dando. Nos decía: “la sabiduría es para ser
trasmitida y en el intercambio con el paciente ambos nos enriquecemos”. Me
recordaba a Juan Pablo II que decía: “la fe crece dándola”. La fe crece cuando
la compartimos con otros, cuando podemos hablar de nuestras experiencias,
dudas, búsquedas … cuando podemos acompañar a otros en su crecimiento de fe…
crecemos juntos.
Quizás por eso el bautismo, las primeras comuniones, el
matrimonio, los votos, la ordenación, un
enfermo, un velorio… son tan movilizadores a nivel de fe en todo el entorno
familiar. La pena es que a veces no hay
un cuidado de esa experiencia, no hay una continuidad para que siga crecimiento
y se puede pasar mucho tiempo incluso en pareja sin hablar de la fe en la vida.
Mientras que Esteban nos explicaba recordé a un sacerdote
anciano que conocí. Era considerado muy sabio. Su actuar era bastante legalista
y formal y lo que decía lo decía desde
una experiencia larga de vida. Una vez me sorprendió cuando hablábamos de un
sacramento que poco se habla: la reconciliación – confesión. Lo decía
convencido: “no siempre es bueno confesarse”. Y agregaba “inconscientemente o
conscientemente por eso es que hay unos cuantos que no lo hacen”.
La verdad que después de muchos años recién hoy en el
dentista pude entender y ponerme de acuerdo con su afirmación.
Cuando mi madre se
puso la dentadura nueva de arriba, se sentía muy incómoda para masticar. La
dentadura vieja postiza de abajo se movía hacia adelante. Esteban le explicó
que su persona se había adaptado a lo viejo, y que ahora era difícil que lo
nuevo funcionara con lo viejo. Conclusión hubo que continuar el trabajo y hacer
nueva la dentadura también de abajo.
A mí después de la limpieza me sugirió un mejor cuidado. Las
raíces ahora habían quedado al descubierto hasta que las encías las cubrieran
nuevamente. Es muy peligroso una infección o que se alojen desperdicios en el
lugar ya limpio.
¿Entienden como entendí al curita sabio y viejo, que muy
bien entendía a las personas? Si hacemos una limpieza de nuestra historia, si
integramos cosas buenas, sin continuar con un proceso de limpieza, de cuidado
de crecimiento… podemos caer más debajo de lo que estábamos antes.
Jesús lo contaba en
una parábola: “un demonio fue expulsado de una casa, andaba por aquí y por
allá. Se juntó con siete demonios más. Recordó que su antigua casa estaría
limpia y decidió volver con sus siete compañeros”…
¡¡¡ Si habrá que estar atento!!! También Jesús aclara que una casa habitada
por alguien fuerte no puede ser ocupada, refiriéndose a quien deja habitar al
Espíritu Santo en su interioridad.
Hoy recojo: que cuando se empieza un camino, hay que
continuarlo para que de buenos frutos. No siempre será lineal, pero si hay un
horizonte, si hay perseverancia, ayuda… el Espíritu hará maravillas a su
tiempo.
Nacho
No hay comentarios:
Publicar un comentario