martes, 9 de agosto de 2016

Crónica de un viaje esperado



Los viajes siempre tienen mucho de sorpresa cuando se tiene capacidad de asombro, eso es lo que el viaje hizo en mí y en algunas chicas y chicos que nos encontramos en La Rioja. Los viajes te dan la oportunidad de crear convivencias itinerantes y a veces se amasan las amistades para que el objetivo del viaje se haga agradable y sin ansiedad. Así fueron los km que recorrimos desde Maquinchao hasta Chepes. El viaje de ida tenía la novedad de llegar a lugares que algunas/os no conocíamos.

Entre charlas y charlas nos fuimos contando los sueños personales, los ideales, realidades que vivimos, pasaron las horas, entre música, silencios, bromas… Dios fue disponiendo nuestro corazón para lo que teníamos que vivir en Chepes y Chamical.


En Mendoza, primera parada, nos esperaba Panchu con sus hermanos de comunidad, lindo, las camas ya preparadas, ambiente calentito, cenamos el pollo más rico de ese día (teníamos un hambre). Entre conversaciones y recuerdos se nos pasó el tiempo. El sábado 16 nos sorprendió una voz que nos decía -¿A qué hora se iban a ir? – Ya son las 8,30hs. Era Panchu que nos despertaba, seguro que no llegábamos al medio día a Chepes. A meter pata, salimos saludando sólo a él. Muy agradecidos/as por haberlo visto. 

El recorrido antes de llegar a una de las metas fue de admirar el paisaje riojano, la lejanía donde vive mucha gente donde se percibe la falta de agua reflejada en las plantas y en la tierra. También, y creo que debe ser la razón de su vida, sus creencias que se reproducen en imágenes y nombres de lugares con santos y santas, era sábado, vimos muchas personas peregrinando a la Difunta Correa. 

Así transitamos los últimos km que nos acercaron a Chepes, llegar ahí fue sentir que habíamos logrado parte de lo planeado, anhelado tanto tiempo.

Nos saludamos con todos, los chicos con una cierta distancia o frialdad porque recién se encontraban por primera vez, situación que después se modificó en sólo horas cuando estaban en Chamical. Esto también tiene el viaje, sólo hace falta ponerle ese sello de Dios y lo demás se va hilvanando. Los perdí de vista en Chamical (una manera de decir), se fueron con los chicos de Buenos Aires y de Chepes, de aquí en más se dispersaron y fue muy bueno. En la caminata y celebración del día siguiente se fue desarrollando como si hubiéramos estado hace mucho tiempo por esos lados, vivimos el aniversario del martirio. Yo trayendo tantas cosas vividas cuando viví hace 30 años por esos lugares, y sentir nuevamente la fuerza que sigue emanando la vida entregada de estos dos curitas. Siguen tan presentes las opciones históricas y recreadas por los más pobres, por la justicia y… personalmente volví a sentir que Dios tiene sus designios para algo, que a veces es muy duro pero hay que esperar… A los chicos con sus tiernas vivencias también les ha hecho bien. Agradecen y agradezco a los y a las que hicieron posible este viaje, desde el dinero, sin el cual no se podría haber hecho nada hasta las numerosas personas que en el camino fueron siendo gestos amigos como San José. A los chicos del grupo de Jóvenes que hicieron el beneficio, a la gente que colaboró, a Lali que alentó y alienta que esto se haga posible, a las personas mayores como Itatí y Elina. A Emer que gentilmente pudo hacer lo más sacrificado como manejar el coche y ser más que gps.


Así podría seguir enumerando las personas aquí y allá, finalmente agradecer a Dios que oriento nuestro viaje, gracias. El broche de oro se dio a la vuelta de Chepes, mis hermanas de congregación unas genias totales, con su simpleza se logró que los chicos pudieran vivir un rato para mirar el futuro de la P.J. Josefina y después dar riendas sueltas a los chistes, cuentos. Inolvidables momentos que quedan grabados seguramente en el corazón de cada uno/a de los que estuvimos ahí. Bueno podría seguir escribiendo pero sería sacarle la magia a las cosas de Dios. 


Zulema RSJ

Maquinchao, Río Negro, 31 de julio de 2016

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