viernes, 12 de agosto de 2016

ESPIRITUALIDAD CRISTIANA: "Opción preferencial por los pecadores y por los más empobrecidos"

«He venido a traer fuego a la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Pero también he de recibir un bautismo y ¡qué angustia siento hasta que no se haya cumplido!
¿Creen ustedes que he venido para establecer la paz en la tierra? Les digo que no; más bien he venido a traer división. Pues de ahora en adelante hasta en una casa de cinco personas habrá división: tres contra dos y dos contra tres. El padre estará contra del hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»  (Lucas 12, 49-53)

Recordemos en que contesto son dichas estas palabras de Jesús: en una cultura con familias: «patriarcales, muy religiosas según la ley y el templo».
Hoy en día las mismas palabras de Jesús pueden causar discusión y enfrentamiento,      en nuestras familias y comunidades cristianas.
La opción preferencial por los pecadores y por los más empobrecidos, siempre «es un problema» en todo grupo humano.
El sentir social generalmente divide a la sociedad entre «buenos y malos» según su modo de medir. Y considera justo premiar a los buenos y castigar a los considerados malos.
Por lo tanto es motivo de conflicto cuando alguien en la sociedad, una persona o institución hace la opción preferencial « por los más infelices haciéndolos  más privilegiados», lo que tiene como consecuencia directa «que el que ha recibido más, el que tiene más, el que esta mejor, debe aportar más a los que tienen menos».
La religión cristiana está centrada en las relaciones humanas, ni en el templo, ni leyes, ni ritos. Sin olvidar la casa común. Quien busque poner en práctica esta religión, deberá hacer opción por el prójimo, por la humanidad en su conjunto, más allá de sus credos, privilegiando a los más debilitados.
Los profetas siempre han tenido problemas en sus familias e instituciones, particularmente con los distintos poderes. Lo «normal» es pensar en primer lugar «en los nuestros, y en los que lo merecen», lo que lleva a una corrupción institucional y disgregación social.
El cristiano debe estar dispuesto a la soledad, y se debe agarrar bien de su maestro, teniendo claro «su bautismo», el del amor, la traición, la calumnia, el abandono, la crucifixión, la entrega … no hay otro camino para seguirlo y solo con él se lo puede recorrer.
Nacho

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