sábado, 23 de octubre de 2010

¿Por qué he desistido de servir a los pobres ? Claudio Oliver


Cómo están? 
Bueno, les escribo para mostrarles algo que es fruto de 'la vida' que nos trasciende. 
Es muy largo de contar como este texto llegó a mi... pero después de un poco más de un año llegó (Junio 2009)... 
Fue gracias a una 'crisis de fe' bastante fuerte que me pegó el año pasado... por ella... estuve en mucha mucha búsqueda como varios de ustedes sabrán. 

Llegando desde Brasil a Pensilvania. 

Y logré contactarme con Shane Claiborne fundador de un movimiento en pensilvania que se llama the simple way... hasta Brasil donde se encuentra uno del movimiento que se llama Claudio Olvier. 

Hoy... como acontecimiento muy muy inesperado ya que había pasado más de un año... me llegó este texto que a mi parecer toca ejes super profundos y que da respuesta a varias de mis crisis del año pasado... como también, pone en palabras las sensaciones que a veces se mueve. 

Se los mando a ustedes...porque creo que algunos/as podrán disfrutarlo... otros/as quizás les parezca una herejía...ajaja... 
Lo impresionantes es el espíritu y cómo no tiene fronteras... de ningún tipo. 
Un abrazote a todos/as, Belen- Montevideo- Uruguay
¿Por qué he desistido de servir a los pobres

      Los que me conocen bien pueden encontrar el título mas que raro, por decir lo menos. Estar con los pobres es parte de mi historia: Mi abuelo y mi abuela fueron fundadores del

Ejército de Salvación aquí en Brasil, y su ministerio es una referencia central para mi familia.
Su vida fue dedicada a los sin techo, prostitutas, y de manera especial a los huérfanos, los heridos y los renegados. Mi gran pasión como joven fue la idea de la la lucha contra la pobreza, el hambre y la injusticia, principalmente durante la dictadura militar.
 
Desde que me casé, hace 25 años, mi familia ha servido a estudiantes pobres, entre  poblaciones necesitadas, mendigos, personas sin dinero, desempleados y otros en una variedad de barrios centrales y periféricos. He ayudado a generar ingresos, facilitado la
organización de familias, hize puentes entre ricos y pobres, los di alimento, y oportunidad de descubrir profesiones, encontrar una vocación y transformar su futuro.
"Empoderar" a las personas un dia fue un punto clave en mi práctica de no crear dependencia. Después de todo esto, o incluso a causa de todo esto, hoy me siento llamado a la pregunta de mi vida: Hace sentido?
A lo largo de mi vida siempre me preguntaba si lo que estoy haciendo tiene sentido, si mi corazón está en consonancia con la voluntad de Dios, y si yo podría estar "perdiendo el punto" (missing the point.... como se traduce?). Con disciplina, sigo la regla de los tres "por qués", que le pregunta, a cada respuesta dada con el tipo de pregunta que  solo los niños saben hacer, y que me ayuda a generar un vector de transformación permanente de autocrítica y de ajustes personales. Así, en cada paso, a cada cosa que hago, me pregunto: ¿por qué? Sea cual sea la respuesta, de nuevo le pregunto a ella:
¿por qué? Siento que estoy en el camino correcto, cuando lo que estoy haciendo supera la tercera "por qué", y luego sigo adelante.

 
Durante algún tiempo he estado reflexionando sobre la vida de Jesús, en el principio de la kénosis, vaciamiento, basado en el texto de Filipenses 2:1-11, en la encarnación de Jesús en la realidad y en los numerosos contactos y conversaciones que tuvo El con los miserables y con los leprosos;  con la gente rica, como los publicanos, los jefes de la sinagoga y los príncipes de su pueblo y con las familias de clase media, con los propietarios y con los funcionarios publicos y los mendigos. He reflexionado
sobre lo que El vio y cómo actuó. Todo esto comenzó a crecer en mí y me hizo
reflexionar sobre el texto en Mateo 5:3, donde Jesús dice a los pobres para marchar con sus vidas y se regocijar por seren pobres, porque tienen la posibilidad de tener sus vidas
impulsadas y controladas por Dios y de descubrir su buena y perfecta voluntad.
Poco a poco, durante estos últimos años, también he observado cómo a menudo
muy sinceros amigos van y vienen, se entusiasman con el servicio, pero pronto siguen ocupados con sus asuntos y preocupaciones. Otros pagan para que alguien más para cumplir con el servicio de Dios, durante un cierto período de tiempo, movidos por
sinceridad real, aunque a distancia y sin la participación personal.
Desde otra perspectiva, he observado cómo la pobreza tiene mucho poder sobre las vidas de aquellos que son pobres, y cuánto ella revela su deseo insatisfecho de poseer y consumir, y cómo estos son seducidos por las mismas cosas que seducen y destruyen a los ricos: el mismo individualismo,
el mismo egoísmo, la misma tendencia a buscar la seguridad en poseer cosas ... y la total adherencia a un estilo de vida y una manera de pensar que les aprisiona en el mito de las necesidades modernas, y los esclaviza al mito del desarrollo.
Casi sin excepción, ricos, pobres, y classe media comparten la misma convicción de que lo que necesitamos es algo que el mercado, el dinero, el gobierno o alguna otra agencia puede les ofrecer. Que seran felices con la propiedad, con el estómago lleno (algunos con
el pan, con croissants) y con un flujo constante del dinero que puede hacer todo
y resolver todo. Entre ellos, hay algunas personas bien intencionadas que
extenden sus mano para "incluir" a otros en el estilo de vida o en la plataforma que lograron. Esta mano extendida de arriba es lo que hemos venido a llamar de servicio.
A través de los años he descubierto que el acto de servir a los pobres, que fluye del compromiso de "liberar" a ellos, está llenado con un sentido de superioridad, el tipo de
superioridad que se traduce en dar a otros lo que tengo, enseñándoles a hacer lo que hago, suponiendo que lo que tengo, o no, es lo que él / ella debe tener, o no, una traducción sutil de la arrogancia de las políticas asi llamadas de "inclusión", que siempre tratan de poner el otro dentro del cuadro de mi propio estilo de vida.
 
Todo esto me ha llevado a dejar de servir a los pobres, aunque no estoy tomando partido con los que, desde la altura de su riqueza, comodidad y bienestar estan a decir "¿Ves? Claudio finalmente ha visto la luz! "Yo Lamento informar a estas personas que de ninguna manera creo en su estilo de vida completamente separado del contacto con los pobres, los enfermos, los hambrientos, los desnudos, el feo, el que huele mal, y el bárbaro. Tampoco estoy del lado de quienes pagan sus impuestos o contribuciones a la caridad como una forma de cumplir su función. Cuando digo que estoy renunciando a servir a los pobres, no es de esto que estoy hablando.
Para estas personas voy a seguir en la retransmisión del mensaje de Jesús, que enfrentaba su ciego estilo de vida insensible y arrogante con un mensaje que define su "seguridad" como sencillamente locura.
 
Desde 1993, cuando fui a las calles con un montón de niños con el fin de servir a las personas sin hogar, yo había desarrollado una disciplina espiritual. Cada vez que saliamos a las calles en las noches frías de mi ciudad, les dijo a los niños que nunca me sientia bien al servir pan a un mendigo, o hacerle una cama, o darle una ropa  para cobrir  su desnudez. Servir la comida o dar la ropa a Jesús mismo era mi motivación. Nuestro lema fue: «encontrar a Jesús en los más pobres de los pobres".
Eso sí me excitaba y a los niños. Y nosotros
descubriamos que cada vez que salimos, en cada uno de estos encuentros con un camuflado
Jesús, que el asi llamado miserable se transformavan en nuestros maestros, en denunciantes de
de nuestra miseria personal, en agentes de presentación de nuestros mecanismos de manipulación, y
de repente nos veíamos reflejados en ellos, utilizando las mismas excusas y mentiras para conseguir lo que que queríamos, sólo con más éxito. Descubrimos que nosotros  éramos ellos.
 
Aquellos de nosotros que han experimentado este punto de vista espiritual, fueron puestos en libertad. Hemos crecido,
y hemos cambiado. Frente a Jesús y enseñados por él a través del contacto con su
 pobreza y miseria, muchos de nosotros descubrimos lo que significa una buena noticia. En aquellos días, muchos de nosotros se transformaron por el toque de Jesús y por la buena noticia de que El había transmitido a medida que hibamos descubriendo a nosotros mismos como pobres.
Sin embargo, la mística no siempre se ha mantenido como una llama ardiente constante. Volví muchas veces para servir a los pobres, dejarme asumir por la posibilidad de convertirme en un ayudante, y muchas veces se me olvidó mi propia miseria. Como ya he dicho, el verdadero camino no es mantenerse alejado de los pobres y juzgar sus actitudes desde la superioridad de mi cómoda posición social superior. Del mismo modo, ayudar a los pobres, elevando su conciencia sobre su situación y "como" ellos deverian escapar de ella, revela solamente una sumisión incondicional a un mito, otro entre los muchos
de los nacidos de la política de desarrollo de los últimos 60 años. Mi alternativa a este tipo de servicio es, en contrario, la tentativa de seguir en una nueva relación, descubierta por el encuentro, el reconocimiento y la identificación.
He renunciado a ayudar a los pobres, dejado de servir, porque he experimentado una
dura verdad: Jesús no tiene una buena noticia para los que sirven a los pobres. Jesús tiene una buena noticia sólo para los pobres.
El no tiene nada que decir a los que compiten con él por el puesto
de Salvador, de Mesías, de Redentor. El Mensaje de Jesús es para aquellos que están dispuestos y capaces de
reconoceren a sí mismos como pobres, desnudos, heridos, cansados, agobiados, necesitados y sin esperanza.
Para el resto de nosotros, El tiene poco o nada que ofrecer.
La única manera de permanecer con los pobres es descubrir que somos nosotros mismos los miserables., es reconocer a nosotros mismos, aunque bien disfrazados, en el miserable ante nuestros ojos.
Cuando reconocemos nuestra propia miseria en ellos, cuando nos damos cuenta de nuestra pobreza y nuestra propia desesperación y
necesidad de ser salvos, restaurados, entonces estamos listos para recibir algo de Jesús.
 
Dios no se manifiesta en nuestra capacidad para curar, pero en nuestra necesidad de ser curado. Descubrir esta debilidad de nuestra vida, nos deja en una posición de no tener nada que ofrecer, servir, donar, pero pone de manifiesto la necesidad de ser amado, sanado y restaurado.
 
Así pues, el poder dentro de nosotros no es el poder de nuestras capacidades y
riqueza, sino el poder que está presente en nuestra miseria personal, tan bien oculta y
disfrazada en nuestras posesiones y la estabilidad. Como dice Jean Vanier, "Estamos llamados a descubrir que Dios puede traer la paz, la compasión y el amor
a través de nuestras heridas ".
 
Ahora las palabras de Isaías sobre el Mesías hacen sentido para mí: por sus heridas
fuimos nosotros curados. Ahora empiezo a entender el ejemplo de Jesús, vaciado
a sí mismo hasta el punto de convertirse en uno de nosotros, de morir con nosotros y así abrir la puerta de resurrección para nosotros.
 
El bálsamo que Jesús utilizó y utiliza para curarnos no reside en su
acceso a la energía universal, pero en su identificación con nosotros en la cruz. En la apertura de sí mismo en herirse, en vivir nuestra vida, en morir nuestra muerte.
 
Estoy renunciando a servir a los pobres. Vuelvo a la disciplina deencontrarme con los pobres y la en búsqueda de identificarme yo en ellos. Estoy descubriendo la miseria que se esconde en nuestro muy bien estructurado estilo de vida de falsa seguridad. Y de esta forma estoy llegando a una mas profunda comprensión de este Jesús que habla con los leprosos
y con los empresarios ricos, a los recaudadores de impuestos en sus oficinas y con los enfermos y miserables en su aflicción.
Me reencuentro con mi pobreza, tratando de encontrarme a mí mismo en cada situación de miseria, y para obtener contacto con mi dolor interno. A partir de ahí, puedo orar por la cura, la libertad, la comunidad y el amor. Desde allí se puede pedir la misericordia y la restauración.
 
El que sirve a partir de la sensación de tener algo que ofrecer, sirve desde arriba.
Jesús nos llama a encarnar y vernos a nosotros mismos en el otro y de ponernos
sumisos a él como impotentes que de El dependen. A renunciar a confiar en nuestra propia capacidad para responder y a encontrar nuestras heridas y nuestro dolor, que podemos llegar a ser enteros y integros de nuevo. Para descubrir el poder en el
cada vez menos y no y el en cada vez más.
 
Así pues, he renunciado a servir a los pobres. He redescubierto mi pobreza. Junto con mis hermanos y hermanas en la misma esclavitud en todo el mundo, sin reservas,  y ser uno más a gritar: "Hijo de David, ten misericordia de mí!"

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