martes, 14 de febrero de 2012

Bolivia, grito ahogado


Potosí, Viernes 3 de Febrero, Mina del Cerro "Rico" 


Complexión robusta con más de 100 kg de peso, piel tostada con cara vivaz y alegre, cabello oscuro; cachete izquierdo lleno de coca escapándosele por la boca al hablar y dientes gastados de rumiar la mina. Brindamos por la Pachamama y la salud de sus hijos nacidos en esta tierra que la conocen por dentro. El es Pablo y nos encotramos en el lugar donde ha vivido 36 años de duro trabajo minero, mientras hablamos, en su rostro noto sus ojos color rojo y dos lagrimas color gris que recorren sus mejillas. ¡Como sufren las entrañas de esta América!..., pero aún así, sus hijos siguen trabajando al ritmo del macetazo, con explosiones de dinamita y rezando por salir vivos un día más.

Pero allí, en este entorno, se dió una celebración de encuentro.
Entre alegrías y tristezas, celabramos la vida; fuimos testigos de llantos , carcajadas y bailes, que sirvieron de desahogo.

Es ahí donde surgen las preguntas interiores: ¿a que distancia nos encotramos de ellos? ¿podemos hacer algo?

Pero en ese preciso momento escucho una pregunta: ¿Qué es el alimento?...¿EL CONTENIDO O LA ESENCIA?- Pablo me cuestiona con su sabiduría-, allí el mundo, para mi deja de girar, el tiempo se detiene por un instante y aún no entiendo la naturaleza de su pregunta.

Traje conmigo algunas piedras que compré gracias a Richard, un joven de 16 años que encontramos trabajando desde hace dos años y nos cuenta que apunta en un futuro llegar a ser guia de la mina y poder dejar este trabajo ancestral que fue realizado hace más de 500 años por su cultura, casi con las mismas herramientas.

Hoy puedo decir que traje conmigo algo más que algunas piedras comercializables, sustento de muchas vidas y contenido del esfuerzo; pude recojer el sentido del alimento, la esencia que le permite al hombre entrar en lugares imposibles y luchar contra la adversidad para alcanzar su destino; muchas veces la razón es limitada para entender la realidad y solo los sentidos nos muestran la memoria inmortal del espíritu humano, solo un recuerdo emocional pude hacer vivir y darle alimento a un cuerpo que se deteriora por las inclemencias de las condiciones, más que el mismo alimento.

Esta esencia memorial de la vida continuada en la tarea, contiene el cuerpo de un pueblo que sigue latiendo a pesar de su explotación.

Estos hermanos bolivianos nos recibieron en su casa con las mejores galas de un destino heredado.

Las molestas gotas de agua con oxido siguen penetrando mi pantalón, ya estamos saliendo, y terminamos aquel ritual con algunas danzas y cantos. Despùes de tres horas de haber permanecido en la mina, nos parece hora de partir; es hora de descargar algo de material. En el corredor principal de salida nos espera un carro lleno de minerales, un carro de hierro que se mueve sobre rieles muy imperfectos, que logran descarrilar por momentos nuestros esfuerzos por acelerar la salida. Me ofrezco voluntariamente para empujar, pero mis pulmones no estan preparados para tal esfuerzo y por momentos desisto.

Afuera al salir, nos espera un día gris cargado de nubes que mojan y limpian la tierra seca y el aire viciado de polvo. Más abajo en las calles, se vive con alegría, color y música los preparativos para el carnaval.

Milton.

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