miércoles, 1 de febrero de 2012

Primeras ipresiones del encuentro espiritualen Lago Merin, llegando a Montevideo.


Hola amig@s
Estoy llegando a Montevideo, al cerro y mi casa. Preferí escribir algunas impresiones del paso por Laguna Merín, Rio Branco, Melo y Poblado El Dragón, y hacerlo ahora, cuando no tengo mucho tiempo para procesar lo que vivimos en estos últimos días.

Llegué a las 7 AM, hice un mate y salí a caminar para aceitar las bisagras luego del viaje en bus. La caminata tenía otro propósito: imitar al amigo Juan Antonio de la laguna, quien me contó que le gusta salir temprano y aprovechar la calma para matear y observar la arquitectura de las casas. Lo hice así y mientras miraba las fachadas de las casas, esta vez del cerro, sin embargo recordé otra arquitectura, la de las personas con las que nos encontramos estos días: formas de sonrisas, abrazos, voces, manos que alcanzan un mate o saludan, miradas, gestos y muchas otras cosas con nombre propio.

Se vinieron conmigo todas las historias, las narraciones, los timbres de voz... Confirmamos una vez más que estamos en el mundo para encontrarnos y en esos encuentros, ver que la presencia del otro, alguien diferente a mí, sin embargo me hace ser un poco más yo mismo, más libres, más agradecidos, más parecidos al hombre y la mujer que andamos buscando ser...

Tuvimos un par de encuentros musicales, había llevado un disco y un libro que requirió mucho trabajo para hacerlo y sin embargo cuando compartimos esas canciones y esa poesía noté que no eran mías, sino nuestras, que el arte es un pretexto y una forma más de encuentro. El trabajo que lleva hacer canciones es parecido a la tarea interior que cada uno hace para poder ir a buscar al otro, es como bañarse y peinarse para la fiesta, una celebración de la que salimos menos rengos, y de la que volvemos con una mirada nueva.

El tiempo que le damos al otro para encontrarnos no cotiza en el mercado, el tiempo es invaluable al igual que el valor de los encuentros, diez minutos valen infinitamente más que cualquier free shop de la frontera y todos ellos juntos. Las ganancias mercantiles son un papel arrugado comparado con un oído atento y un corazón dispuesto a escuchar. Ya sabíamos que las cosas más importantes no se compran, pero la gracia no está en saberlo sino en comprobarlo y para eso hay que salir a buscar al otro ahí donde está y como esté y luego hay que dejarse encontrar. Alguien dijo en Río Branco: “hoy algunos prefieren no venir hasta acá, porque la prensa avisó escandalosamente que ¡tenemos una epidemia de leptospirosis! y sin embargo, nos encontramos allá y no hicimos más que vivir. Como dice Raquel: “si no querés ir, sobran excusas para faltar al encuentro”. Todos tenemos alguna leptospirosis que nos auto excluye o nos hace tomar distancia del otro, pero más que eso es el miedo, lo he sentido en mí mismo, claro, los encuentros nos cambian para siempre, nos modifican, eso puede dar un cierto temor, pero saltar esa cañada nos deja en la orilla de los otros para prender un fuego y cantar nuestra mejor canción.

Ayer antes de partir de Laguna Merin recibí un mensaje desde Melo, decía: “Amigo, ¡buenas noches! En lo posible no olvides dejarnos el CD, buen viaje y gracias por dejar huellas de tu presencia en nuestras vidas, con mucho cariño te saluda y envía saludos a todos, María”. Este mismo mensaje es el que hago mío ahora y con él me despido hasta que re tomemos este mismo encuentro, nuevo y transformado en el tiempo. Gracias...

Roberto Flores

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